jueves, junio 28, 2007

Llegada a puerto

9 de Thermidor, llegó a puerto. Pero la travesía continúa. Es hora de recoger aquello útil, la foto de Kim, por ejemplo, y trasladarse a nuevas embarcaciones.

Fermat ha sido el patrón de 9T durante estos meses, lo ha gobernado con más o menos pericia por procelosas aguas, pero llegó el momento de pasar el mando de la expedición a su nueva identidad Pirx. No sé lo que deparará el tiempo, posiblemente una larga travesía en solitario, no importa. Hay gente que hace cosas similares, dar la vuelta al mundo en solitario, por ejemplo. ¿Por qué? Porque el mar está ahí, sólo por eso.

Pirx (fermat) comanda dos nuevas embarcaciones:

Sin tema conocido, lugar donde descargar filias y fobias, invenciones varias, y ocurrencias de todo tipo, una embarcación que navega desde finales del 2006:


Números Perfectos


Y un nuevo barco que se ha hecho a la mar hace pocos días. Lugar para la reflexión política, los intentos de un liberal por entender este desquiciado mundo:


Argumentum ad Absurdum


9T ha sido un buen barco. Agradezco a todos los que se han pasado por aquí, y en especial aquel que con su ejemplo me animó a dejar puerto y surcar el mar: QRM.

Nada más, si alguien quiere saber algo más de mí ya sabe dónde encontrarme. Gracias.


Nunca la bandera arriada, nunca la última frontera”

Sir Ernest Shackleton

jueves, abril 05, 2007

Herrumbre

OUT OF THE BLUE

Es la herrumbre, ese óxido mohoso que termina por corroerlo todo, a uno mismo. Acaba por alcanzarte, paralizar tus miembros, atenazarte en un instante, congelarte… Entonces no tienes más que recuerdos, fantasmas a los que recurres, viejas historias que te cuentas, una y otra vez, engañándote a ti mismo para poder tragártelas más fácilmente. Te dices, “No, no ha llegado”, paras un momento para descansar, y ya eres presa de él. Presa de ese óxido de tiempo, de esa muerte silenciosa del alma, a la que conoces, a la que tal vez esperas… Te dices: “es la edad, nos hacemos mayores”, pero no, sabes que no es eso, sabes que es esa maldita herrumbre, tiempo congelado y muerto, cápsulas de apacible cotidianeidad que se suceden con monstruosa normalidad, pérdida de algo que no logras nombrar… Y te sientes huérfano, gastado, corroído por ese óxido que no logra irse por más que des una nueva capa de pintura. Así que conviene correr, escapar, quemarse y extenuarse antes de que te de alcance, hacia delante, sin ni siquiera echar un vistazo a eso que no osas nombrar, en una carrera que acaso sabes perdida. Y se puede decir así, con a penas un susurro, con sólo el rasguear de una guitarra…

My, my, hey, hey

Rock and roll is here to stay

It’s better to burn out

Than to fade away

My, my, hey, hey…



INTO THE BLACK

O también se puede gritar, quemar la voz en un aullido salvaje, desesperado, que sabes que en fondo no espantará nada, tal vez… Pero sólo puedes gritar, huir, quemarte, antes de que te de alcance, porque no te queda otra cosa, porque no eres sino una presa asustada que ha conocido un momento de plenitud, algo que conservar antes de que la herrumbre te lo arrebate.

Hey, hey, my, my

Rock and roll will never die

There´s more to the picture

Than meets the eye

Hey, hey, my, my

Out of the blue and into the black

You pay for this, but they give you that

Once you´re gone, you can´t come back

When you´re out of the blue

And into the black

The king is gone but he´s not forgotten

Is this the story of Johnny Rotten?

It´s better to burn out ´cause rust never sleeps

The king is gone but he´s not forgotten





Valencia, jueves cinco de Abril. Lluvia otra vez, quizá por ello haya interrumpido las vacaciones y vuelto a escribir. No hay perspectivas de mejora, al menos hasta el sábado o el domingo. Ya entiendo por qué se fueron.

P.D. (Dejémoslo hasta el fin de semana, no les aguanto)

lunes, abril 02, 2007

Caridad

Podría contarse quizá como una historia del París negro de entreguerras, aunque sus ramificaciones nos llevarían a Barcelona, Moscú y Méjico. O también como un relato de espionaje clásico, con agentes infiltrados, operaciones encubiertas y demás ingredientes del género. Pero la realidad suele ser más prosaica, y terrible, sobre todo si de lo que hablamos es del terror y de sus epígonos.

Se llamaba Caridad del Río Hernández. Nació en Santiago de Cuba, en el seno de una acomodada familia española. Tras la pérdida de Cuba, los del Río se trasladan a Barcelona donde se instalan gracias a los bienes de la familia conseguidos en ultramar. Caridad, recibe una esmerada educación en caros internados religiosos como hija de buena familia burguesa, Inglaterra, y posteriormente en Barcelona, época en la que Caridad tuvo fuertes arrebatos místicos, llegando a profesar como novicia durante breve tiempo. A los diecinueve años contrae matrimonio con el vástago de una respetable familia barcelonesa, Pablo Mercader. Cinco hijos nacieron del matrimonio entre Pablo y Caridad: Jorge, Ramón, Pablo, Luis y Montserrat. Pronto las cosas empiezan a torcerse, la vida como respetable esposa y madre aburre a Caridad, y busca distracciones en otros lugares. Lo cierto es que la devota vida de los Mercader esconde oscuras pasiones, su marido la llevaba a veces a conocidos burdeles para, digamos, ilustrarla en lo tocante a una sexualidad variada, o quizá con otros motivos más inconfesables, pero no es el sexo lo que realmente le interesa a Caridad, ella desea algo más acorde con sus pasiones religiosas de juventud, y busca en círculos bohemios aquello que no encuentra en la vida conyugal. Como muchos los de su clase, llegó al comunismo por puro placer estético, o misticismo reencontrado, que viene a ser lo mismo. Y aquí sí, en la nueva fe Caridad encontró su razón de ser. En 1925 decide romper con todo, abandona a Pablo Mercader y se traslada a Francia con sus cinco hijos, Toulouse y Burdeos al comienzo, y en 1928, París, superando alguna tentativa de suicidio y un fallido intento de reconciliación con Pablo. Por entonces Caridad es ya una ferviente militante comunista, adora a un nuevo Dios: la clase obrera –a la que jamás perteneció-, y como no podía ser otra forma adquiere el celo del converso.


Su entrega no pasa desapercibida a los agentes del GPU en París, que pronto la captan como agente soviética. Caridad tiene mucho que ofrecer, pero sobre todo tiene a sus hijos, a los que educará en la nueva fe, y ofrecerá como presente al nuevo profeta de la Revolución: Stalin. En París, Caridad recibe órdenes directas de la Komintern y del GPU, trabaja en asuntos relacionados fundamentalmente con Cuba y Méjico. No se separa de sus hijos, en especial de Montserrat y de sus dos vástagos varones más prometedores, Ramón y Luis, una auténtica familia comunista. Caridad en su nueva santidad se siente realizada.

Comienza la guerra civil en España, y Caridad cruza de nuevo la frontera, una nueva patria socialista es posible. Se convierte en uno de los miembros más activos del PSUC, y en uno de los peones más estimados de los hombres del NKVD (antes GPU) en Cataluña. Es el ensayo fallido de lo que posteriormente funcionaría a la perfección el las Repúblicas Populares europeas. Caridad es implacable, aprobó incluso el castigo de uno de sus hijos, Pablo, un castigo que le llevó a la muerte al trasladarlo a primera línea. ¿Qué hizo Caridad al conocer la noticia? ¿Llorar en silencio y decirse que la Revolución exige sacrificios? ¿O ni si quiera eso? Nadie le vio muestras de arrepentimiento, ni de flaqueza. Por esas fechas Caridad colabora estrechamente con Erno Gerö “Pedro”, el hombre de Moscú en Cataluña, gracias a él conoce a Leónid Eitingon, otro personaje influyente de los servicios de espionaje soviéticos en el exterior. Se convirtieron en amantes, al menos eso debemos suponer, el caso es que a partir de entonces Eitingon es el verdadero mentor de Caridad y de su hijo Ramón ante las autoridades soviéticas: “gente de fiar”, según consta en varios informes. El taciturno y obediente Ramón desaparece de España en el año 37, destino desconocido, hoy sabemos que estuvo en la URSS, preparándose para ser un buen agente de los servicios de espionaje. Ramón aprende rápido, su madre le ha enseñado bien, pensemos quizá en la actitud de arrobo de Caridad ante la prometedora carrera de su hijo.


Terminada la guerra Eitingon y Caridad viven entre Méjico y París, comienzan a trabajar en delicadas “misiones especiales”, básicamente la delación, y en algunos casos, liquidación de diplomáticos soviéticos sospechosos de pertenecer a círculos trotskistas, o simplemente sospechosos sin más, estamos en el momento álgido del terror stalinista. El grupo: Eitigon, Caridad y su hijo Ramón, es conocido por Moscú como el “Grupo Madre”. Ramón espera, pronto llegará su turno. Caridad está deslumbrada con Eitingon, o con lo que representa, la acción, los peligros, la “vanguardia en la lucha por el comunismo”: de nuevo la estética, la estética del terror, que encandila a una burguesa de familia bien de Barcelona. Eitingon le promete matrimonio, sin embargo tiene mujer e hijos en Moscú, Caridad acabó sabiéndolo, y no le importó, quizá porque lo que le unía a Eitingon no era amor, si no aquello que merced a él podía conseguir: ser protagonista de la Historia, convertirse en mártir de la Revolución. Tras el fallido atentado contra Trotsky, Beria y Sudoplátov, las máximas autoridades de la Seguridad Soviética, le confían la tarea a Eitingon y Ramón entra en escena. La historia del asesinato de Trotsky es conocida y daría para otro capítulo, quizá lo cuente, pero me gustaría acabar con la historia de Caridad.


Tras la muerte de Trotsky, Caridad recala en Moscú. Como agente ya ha dado todo lo que podía dar de si, ahora ya sólo es un nombre en unos archivos clasificados. Un piso en Moscú, una modesta pensión y un par de medallas, punto final, bienvenida a la patria socialista. Estaba acostumbrada a la buena “doble vida” de agente en el exterior, aquí todo es diferente, Caridad se consume. Consigue un trabajo subsidiario, espiar a diplomáticos búlgaros en Moscú, algunos viajes al exterior, poca cosa, como agente está quemada. Quiere marcharse, a Cuba, Méjico…, donde sea, pero las autoridades le dan largas, dilatan sus peticiones, responden con evasivas y buenos propósitos, de marcharse nada, y mucho menos a Méjico. En una conversación con un exiliado español en Moscú, Caridad comenta: “…Carecen de alma y de conciencia. Aniquilan tu voluntad, te obligan a matar y te hacen morir a continuación… Ahora ya no me necesitan… He hecho de Ramón un asesino, de mi pobre Luis un rehén y de mis otros hijos unas puras ruinas. ¿Y cuál es mi recompensa? ¡Cuatro porquerías!”. Sí, quien habla así es Caridad, la inflexible, la mártir. ¿Qué esperabas? Ahora se aburre en un piso moscovita, quizá le asalten fantasmas, no lo creo, y Caridad flaquea. Por fin consigue salir de Moscú en 1945, hacia Cuba, dejando a su hijo Luis como rehén, para que no hable y no se le ocurra ir a Méjico. Y qué casualidad, en Cuba Caridad reencuentra su fe, vuelve a ser la ferviente comunista que intentará conseguir la liberación de un héroe de la Unión Soviética, su hijo Ramón. ¿Qué fácil es ahora, verdad Caridad? Aquí, en el Caribe, qué fácil es volver a reconstruir los paraísos de siempre, lejos de la realidad, los paraísos que en su día se construyó una aburrida burguesita catalana. Tras la liberación de Ramón Mercader en 1960 es facturado directamente a la URSS, era una reliquia del periodo estalinista que a nadie interesaba. Caridad, que había vuelto a París, regresó a Moscú para reencontrarse con Ramón y Luis. Una vieja enjuta y seria, volvió a ver a sus hijos tras tanto tiempo, no les abrazó, les reconvino por su aspecto descuidado, volvía a ser la de siempre, quizá, tal vez una sombra de reproche o arrepentimiento pasó por su mente, pero también era tarde, muy tarde.


Caridad del Río Mercader, o el terror como opción estética. No es la única.


Valencia, Lunes dos de Abril. Buen tiempo, sol. Se acabaron las lluvias. Espléndidos días de primavera se anuncian en una Valencia, espero, desierta. No entiendo por qué se largan.


P.D. Un afable ¿ministro? De Exteriores llega a Cuba a visitar al coma-andante. Vista guiada por supuesto, no hay tiempo para más, ni voluntad tampoco.

domingo, abril 01, 2007

Puntualizaciones

El día diecinueve de Septiembre de 2006 empecé a escribir en este blog, como ya ha pasado cierto tiempo y no tengo intención de cerrar la paraeta, he decidido elaborar una entrada a modo de presentación. No sé a esta altura de la película qué opinión tendrán los pocos lectores de 9T de mi persona –miedo me da- pero como no me gustan los bailes de disfraces voy a explayarme a gusto sin necesidad de rellenar la ficha del perfil -¿para qué?-.


  1. Varón, treinta y siete años, heterosexual. Natural de Valencia, ciudad en dónde resido. Soltero, y a día de hoy sin compromiso, asunto que no me importa ni poco ni mucho.

  1. Estudié Matemáticas aunque trabajo en temas financieros (dejemos los detalles), algo de lo que no me siento especialmente orgulloso ni me reporta grandes ingresos, pero que al menos me deja en suficiente tiempo libre para dedicarme a lo que más me gusta: leer, ver cine y escuchar música (el bello sexo, cuando tengo ocasión).

  1. Filiación política. Liberal. Como es un término “discutido y discutible” voy a precisar más: liberal en el sentido que le dan autores como K. Popper o F. Hayek (y moderadamente Ayn Rand). Soy de los que han hecho el camino –penoso, hay que decirlo- desde una izquierda más o menos furibunda, a un liberalismo racionalista. Fruto de aquello es cierto jacobinismo que todavía conservo. Soy republicano, no creyente y he votado dos veces en toda mi vida: la primera con diecinueve años a Izquierda Unida; la última, en las pasadas elecciones generales al PP. A día de hoy no me siento orgulloso ni de la una ni de la otra, obviamente por motivos diversos. Naturalmente, tampoco soy nacionalista.

  1. Gustos cinematográficos. Cualquier cosa que tenga sentido y un argumento mínimamente elaborado. Aunque puedo resumir mis pasiones con cuatro nombres: John Ford, John Huston, Stanley Kubrick y Vértigo (película esta última que me tiene perturbado de forma permanente desde que la viera hace ya muchos años). No me gusta Woody Allen ni Almodóvar, siento una fobia incomprensible hacia Julie Andrews, y jamás he sido capaz ver completa “Qué bello es vivir” (lo he intentado cuatro veces, en la última me quedé a veinte minutos del final, no he logrado pasar de ahí pero es un reto personal). Actrices favoritas: Audrey Hepburn, Ingrid Berman, Kim Novak, y (sí, Marce sí), Mónica Belluchi (aunque no recuerdo una sola película de esta última). Actores favoritos: De Niro, Cary Grant y John Wayne (también, Marce, también).

  1. Gustos Musicales. A mi edad a uno ya sólo le gustan los grandes reserva: Neil Young, algo de Joplin, algo de Hendrix, los Rolling (Beattles go home!), Springsteen… el jazz (sí el jazz, qué pasa) John Coltrane, Miles Davis… Schubert y Mozart. En cuanto al rock y al pop de los ochenta y primeros noventa, me lo guardo para mí, son grupos y temas ligados a recuerdos personales, buenos y malos, y no pienso mostrarlos al escarnio público, todo acabó con Nirvana y Pearl Jam, a partir de ahí dejé de seguir la música, me quedo con los recuerdos.

  1. Gustos literarios. En fin, aquí será mejor no decir nada, soy capaz de leer hasta los folletos de publicidad del buzón. Con los libros tengo el mismo problema que Imelda Marcos con los zapatos. Lo cual no quiere decir nada, simplemente eso, me gusta leer, punto. Eso sí, tengo algunas cuentas pendientes: no me gusta Proust y siento una natural prevención a cualquier autor que esté vivo, lo cual tampoco quiere decir nada, son manías personales. ¿Algunos nombres? Tolstoi, por ejemplo (sí, QRM, sí), basta con eso. ¿Del siglo XX? Navokov, Borges…, y me callo ya. Defiendo y defenderé siempre los géneros y subgéneros literarios, de cualquier color y condición. También leo ensayo e historia, todo lo que pueda desentrañar este absurdo siglo XX, que pasará a la posteridad como el siglo de los totalitarismos y los genocidios.

  1. Creo que es suficiente, si he desilusionado a alguien, lo siento. Realmente no sé la imagen que dan mis entradas en este o en otros blogs, y tampoco es que me preocupe especialmente, pero ya iba siendo hora de aclarar las cosas. En cuanto a 9T, pues no sé qué decir, ya he hablado alguna vez de por qué lo mantengo. Personalmente creo que es una mierda de blog, perdón por el exabrupto, pero es duro leerse después de un par de días, de todas formas no pienso borrar ninguna entrada, aunque he tenido tentaciones, es una forma de purgar mi vanidad, te lo mereces fermat.

Acabo ya, si alguien se pregunta que estoy haciendo escribiendo esto un sábado por la noche, pues… creo que es evidente: se me fastidió el plan. Así que terminaré y leeré algo, o veré alguna película, o mejor me iré directamente a la cama. La próxima entrada, el domingo o el lunes, versará sobre Caridad y Ramón Mercader, dos personajes singulares, si le interesa a alguien, puede leerla, y si no, hay otras cosas mejores, evidentemente. Como esto no es una entrada común no acabaré con el parte metereológico ni con la posdata.


Pues eso, se acabó por hoy.

jueves, marzo 29, 2007

Ethan

"My name is Jonh Ford, and I make westrens"

El mejor final de la historia del cine, disfrútalo.


lunes, marzo 26, 2007

Jules o Philip

Jules está casado, tiene una vida familiar bastante apacible, fuma en pipa, le gusta la buena mesa y beber moderadamente, y quizá le sobren algunos quilos. Jules es paciente, tenaz, le gusta husmear, observar, quizá por eso trabaja en la policía criminal desde hace un montón de tiempo. Un caso es para él como un buen guiso preparado por su esposa, espera pacientemente el momento, el punto de cocción justo, ni más ni menos, es en ese momento cuando está listo para la resolución y su aparente pasividad se convierte en implacable determinación. Puede que por ello sus colegas se exasperen con su paciencia, algunos dicen que durante un caso no hace otra cosa que fumar en pipa y beber cerveza (o calvados). Pero él observa, siempre alerta, los detalles, las circunstancias, pero sobre todo observa a las personas, intenta ponerse en su lugar, pensar lo que ellos piensan, intenta entender las motivaciones de sus actos, de hecho, no pocas veces, el criminal ha visto en él a un confesor, alguien que incluso le podría entender y acaso comprender las razones de su crimen. Pero Jules odia el mal, la maldad deliberada, gratuita, en eso se muestra inflexible, y por ello, en cada caso que se le presenta pretende llegar hasta el final, llegar hasta las motivaciones últimas, hasta aquello que lo hace posible, acabando tal vez con la paciencia de todos, excepto la suya. Dicen que sabe sopesar en su justa medida las debilidades humanas, estoy de acuerdo, él también las tiene, aunque las más de las veces suelen terminar en apacibles estados de sopor etílico o gastronómico. Un verdadero sabueso, siempre presto a husmear la presa, aunque para ello tenga que pasar horas sentado en la terraza de un café, bebiendo buena cerveza, o degustando elaborados platos de la cocina del lugar, siempre por trabajo, claro.


Philip trabaja solo, vive solo, juega solo al ajedrez. Tiene sólo un buen traje y una botella de whisky en el cajón de su mesa, y un puñado de recuerdos –más malos que buenos- guardados desordenadamente por todas partes. A pesar de todo, Phil es un hombre de honor, signifique lo que signifique en los ambientes por los que se suele mover: sórdidos tugurios de mala muerte y lujosas mansiones de Los Angeles, lugares ambos donde la abyección se disfraza con oropeles de niña bien o manchadas ropas de borracho. Sí, Phil tiene valores, es cierto que son los suyos, también tiene una larga lista de cuentas pendientes, la mayoría consigo mismo, quizá por ello no le importe demasiado el dinero, a pesar de que le suele hacer falta para pagar el alquiler de su oficina. Phil es alto y de complexión fuerte, fuma demasiado y a veces también bebe. Trabaja en una oficina de Hollywod Boulevard, no tiene secretaria, no tiene contestador, tiene una mesa, un par de sillas, un teléfono, un fichero y una percha, y su nombre está garbado en una puerta de cristal esmerilado. A veces se pasa el día entero sentado en su mesa reproduciendo partidas de ajedrez, a veces se pasa el día vagando por las calles. Por las noches llega a su casa, igual de escueta que su oficina, a veces bebe una copa, a veces lee algo de Proust o Stendal, pero la mayoría de las veces se acuesta cansado en una cama arrugada que no ha tenido tiempo de hacer. A Phil le gustan las mujeres, pero sale con muy pocas, a demás en no pocas veces se ha enamorado de la mujer equivocada, algunas de ellas están en chirona y tuvo que ser él quien se ocupara del asunto, pero Phil es un tipo honesto, no mezcla el amor con el trabajo, por eso quizá esté solo. Phil también tiene amigos, pocos, algunos de ellos le han mentido, algunos de ellos le han traicionado, Phil no suele ser muy rencoroso, pero tiene memoria. Phil siempre llega hasta el final de los casos de los que se ocupa, persigue la verdad, porque sí, porque sabe que es lo que tiene que hacer, a pesar de que suele quedarse solo en la búsqueda, de que a nadie le interesa salvo a él, y de que en ocasiones se ha llevado alguna sorpresa desagradable, puede que por ello no tenga demasiados clientes, pero siempre le acaban buscando.

Y yo, ¿con quién me quedo? ¿Jules Maigret o Philip Marlowe? Difícil elección, al menos para mí. Pero puesto que me tengo que mojar, voy a decidirme y como sé que el viejo comisario parisino no se enfadará demasiado, me quedo con Marlowe, es el que más se parece a mí, no sé si por suerte o por desgracia. A demás, sería capaz de matar incluso, por poder escribir algunos de los diálogos –tallados en granito- con los que Raymond Chandler esculpe sus narraciones:

-¿Has bebido?

-Sólo Chanel Nº5, besos, el brillo apagado de unas piernas bonitas y la invitación burlona de unos ojos azul oscuro. Cosas así de inocentes.

Chandler, The Little Sister.


Valencia, lunes veintiséis de Marzo. Parece que vuelve el mal tiempo. Son los estertores del invierno, agoniza. Pirx parece que se ha vuelto completamente loco, se ha largado a Las Vegas, va a acabar mal. Encima me ha robado, dinero y un par de libros.


P.D. El señor Negro habló (o ladró) ante un auditorio de accionistas complacientes. ¿Quizá las cosas no van del todo bien, o efectos de la avanzada edad? Tarea: releer King Lear. Ilustrativo.

jueves, marzo 22, 2007

Jeanne y Miles


Un París frío y gris, un París en blanco y negro, finales de los cincuenta. Jeanne pasea ausente, ajena a todo lo que le rodea. No se dirige a ningún sitio, sólo pasea. Todo ha salido mal, no entiende lo que ha pasado, vio su coche, alguien iba a su lado, una mujer. Quizá le haya ocurrido algo, quizá le haya abandonado, quizá esté muerto. No lo sabe, no entiende nada, vio su coche. No acudió a la cita. Lo tenían todo planeado, él mataría a su marido, según las instrucciones, se verían en el café, ella lo estaría esperando, pero él no acudió. Y ella vio su coche, y una mujer sentada junto a él. Jeanne pasea, intentado comprender, sin saber qué hacer, sin saber a dónde dirigirse, todo está perdido, él no acudió a la cita. Hace frío, todo está gris. Ella pasea, pasea…


Es de noche, de madrugada. En el estudio de grabación el ambiente es relajado, el edificio está casi vacío. Está Louis, está Jeanne, están algunos músicos –pocos-, y está Miles. Louis está pasando la cinta de la película, sobre la marcha alguien improvisa algo, algunas notas. Jeanne pone algunas copas, lleva una camisa blanca, hay poca luz. Miles todavía no ha tocado nada, mira la cinta, ve a Jeanne, la ve pasear, enfundada en un abrigo negro. Ve a una mujer ausente y triste pasear por las calles de París, imágenes en blanco y negro que se suceden. Louis le contó el argumento, una historia de crímenes, de casualidades fatídicas, de azares estúpidos… algo así. Pero Miles ve a Jeanne pasear, ve su rostro, su paso errático, su corazón destrozado. Miles se lleva la trompeta a los labios. Siete notas. Luego otras nueve. Una frase. Nadie dice nada, nadie se mueve. Miles lo tiene. Miles cierra los ojos, sus carrillos se llenan de aire, mira al suelo, y comienza a desgranar y exprimir esa frase que ha partido la noche en dos. Jeanne pasea, y las notas de la trompeta de Miles la acompañan. Nadie existe ya, salvo Jeanne y Miles.


Fue la primera película de Luois Malle. “Ascenseur pour l´échafaud”, Acensor hacia el cadalso. Un film noir con Jeanne Moreau. Miles Davis se encontraba de gira por Europa y Louis Malle le propuso hacer la banda sonara, Miles aceptó, era la primera que hacía. Se grabó prácticamente de un tirón, en una sola noche, con improvisaciones de Miles sobre las imágenes de la película. Tiene solos de una belleza dolorosa, casi insoportable. La película la vi mucho después de conocer la música, y motivado únicamente por la banda sonora. No me arrepiento. No consigo olvidar esos ojos vacíos de Jeanne mientras vaga por París. Ni la última expresión de su rostro al despedirse de esa pasión que le consume y le mantiene con vida, en el revelado de una foto.







Valencia, jueves veintidós de Marzo. Un invierno corsario nos ataca de forma inmisericorde cuando no debería. Tiene los días contados.

P.D. Todo una comedia. El viaje, el juicio, el fiscal. Actores todos en una reposición que causa ya hastío.

martes, marzo 20, 2007

El error de Kane (y Herrmann 4)


“Y ahí estaba Kane, ufano, en la cúspide, tocando el cielo que él mismo se forjó. Yo también conocí a Kane, no importa quién soy, tampoco puedo responder a su pregunta, nadie puede, habría que ser el propio Kane para ello. Yo estuve allí, aquel día en el teatro. Tendría que haberlo visto, Kane, todos queríamos verle, no importaba lo que dijera, aplaudíamos cualquier cosa. Lo recuerdo como si fuera ayer, él en el escenario, seguro de sí mismo, sabiéndose vencedor, arrastrándonos a todos en una locura de irracional optimismo que no era si no el reflejo de su propio deseo, porque Kane era eso, la ambición, el ansia, no me pregunte de qué, quizá eso responda a su pregunta, quizá buscaba eso… ¿cómo ha dicho?... Ah, sí, Rosebud.

“Recuerdo que había un enorme retrato de Kane con su nombre tras él en el escenario, a ninguno de los presentes nos pareció excesivo, al contrario, era la viva imagen de la arrogancia de Kane, y era eso precisamente lo que queríamos. Queríamos a Kane, necesitábamos a Kane. Allí estábamos todos: los que veíamos en él todo aquello que jamás podríamos alcanzar, los que veíamos en él la medida de nuestras frustraciones… y allí estaba él, haciéndolo todo posible, rescatándonos a todos de nuestras anodinas existencias, haciéndonos sentir protagonistas, ¿de qué? Ahora sé que era de su deseo, un deseo nunca satisfecho, éramos los actores necesarios de la tragedia de su vida, una tragedia que él se empeñó en escribir, dirigir, protagonizar… así era Kane, y por ello sucumbió. Nadie podía creer lo que se descubrió al día siguiente, y sin embargo, acabó siendo un final tan previsible como propio de Kane. Pudo haberlo evitado, quizá, pero para ello tendría que haber sido otra persona. Así que decidió seguir adelante, sabiendo que se estrellaría, como un niño que se aferra a un juguete que sabe que no es suyo, sí, eso es, como un niño. Sabe, creo que Kane fue toda su vida eso, un niño, alguien que todavía no ha aprendido a renunciar. Los negocios, la política, las personas también, todo eran juguetes en las manos de Kane, juguetes que no le acababan de satisfacer, que rompía cuando no le gustaban. No creo que ninguno llegara a colmarle del todo, al menos ninguno con los que jugó de mayor. ¿Rosebud? No sé, qué puede ser, lamento no ayudarle. Por cierto, ¿cómo sabe que Kane dijo eso al morir?... ¡Hey! no me ha contestado, ¿a dónde va?”


El poder tiene sus peajes, y el error de Kane fue quizá no querer pagarlos todos. No se puede detentar el poder – el verdadero poder- y al mismo tiempo ser el objeto de los focos. No se puede ser el actor protagonista y moverse uno mismo los hilos. Si se está en primera fila, te dicen lo que tienes que hacer; y si dices lo que hay que hacer, conviene no ser visto, de otra forma uno se acaba llevando los palos que bien pueden corresponderle a otro. Pero claro, Kane era un niño, alguien que no se desembarazó de su primer juguete, que buscó en todo aquello que emprendió la plenitud de una infancia que, a pesar de todo, siempre acaba por desvanecerse, y que a lo sumo queda encerrada en una bola de cristal, algo a lo que nos podemos aferrar en un último instante. Otros, más prosaicos, y no menos manipuladores, saben ocupar un segundo plano que saben necesario, si lo que se quiere es el poder.

Visionando de nuevo la escena del mitin, me ha llamado la atención las dos veces en que aparece Joseph Cotten. En la primera, su cara seria, quizá atisbe el peligro y la medida de la ambición de alguien como Kane. En la segunda, la expresión de preocupación se ha borrado y aparece poseído por el entusiasmo irreflexivo que invade a los presentes, un instante de lucidez que se pierde. Lo importante no es tenerlo, si no retenerlo.







Valencia, martes veinte de Marzo. Como de un pozo emerjo tras varios días de atolondramiento, y con una resaca más o menos real, más o menos ficticia. El viento lo ha borrado todo, dejando la cuidad, y a mi mismo como antes, o casi.

P.D. ¿Qué les queda? Fantasmas de guerras pasadas y presentes. Y sin ellos ¿qué serian? Nada, y lo saben.

sábado, marzo 17, 2007

It was a pleasure to burn (Herrmann 3)


“¿Por qué Clarise y no Linda? Al fin y al cabo son tan parecidas -físicamente, claro-. Quizá porque a Clarisse la veo todos los días en monorraíl al volver a casa, hacemos el mismo trayecto; quizá porque me mira sin decir nada, a mí, un bombero; quizá porque sus ojos revelan algo más, que no veo en las caras plácidas de la gente con la que comparto el vagón. Me recuerda tanto a Linda, y sin embargo, es tan distinta… Linda es mi mujer, por supuesto no estoy tentado a abandonarla, cómo podría, me convertiría en alguien antisocial y despreciable, a demás, quiero a Linda, y ella también me quiere a mí, por eso estamos casados. Vemos todos los días la televisión-mural juntos, tomamos píldoras cuando nos aburrimos, y tenemos amigos que nos visitan, y creo que me van a ascender… somos felices, sí. Pero no puedo dejar de mirar a Clarise todos los días, sí así se llama, hoy me lo ha dicho. Me abordó en el camino a casa, me ha preguntado cosas, cosas extrañas, puede que peligrosas, eso creo. A pesar de todo he sentido curiosidad, me dijo que por qué quemaba libros, como si no fuera algo evidente. Clarise vive en mi misma comunidad, en una vieja casa que todavía no han derribado y sustituido por una nueva e innífuga. Linda duerme, creo que tomó píldoras rojas, o verdes, no sé, puede que tome demasiadas. Me gusta cuando le brillan los ojos y me besa -aunque últimamente pasa demasiado tiempo viendo la televisión-mural-, pero para ello debe tomarse unas píldoras, no sé cuales. Las autoridades dicen que son inofensivas, que no debemos dejar de de tomarlas si nos aburrimos, supongo que tienen razón. Si me ascienden quizá compre una nueva televisión-mural más grande, a ella le gustará…”


Lo he dicho muchas veces, leer no es vivir, pero quizá sea lo que más se aproxima a la vida. Resulta tentador, optar por esa “objeción de conciencia”, estoy indeciso: una cabaña en la laponia finlandesa, o algún islote perdido en la Micronesia. Respecto a lo que me llevaría encima, mejor no optar por los famosos “tres libros que uno se llevaría a una isla desierta” prefiero una conexión a Internet y pedirlos directamente hasta que la tarjeta de crédito de todo lo que pueda dar de si (ni que decir tiene que compartiría gustosamente mi choza con alguna lapona o alguna micronesia, incluso si no habla español o inglés, es más, casi sería más divertido de esa forma, tampoco soy tan antisocial). Un mundo feliz y sin libros, terrible, pero posible.


Todas las utopías acaban mal, acaban siendo distopías, pesadillas que ocultan tras la paz social y una felicidad impostada, la libertad cercenada. Paz por libertad, felicidad por espontaneidad, guarderías infantiles para personas que no necesitan preocuparse por nada, qué familiar suena todo eso. Me ronda por la cabeza un trabajo pendiente desde hace tiempo: un repaso detallado a todas las utopías y distopías que se han propuesto en la filosofía, la literatura o el cine, desde Platón hasta el día de hoy: Platón, Moro, Campanella, Bacon, los socialistas utópicos, Marx, Mao, Pol Pot, y también Huxley, Orwell, Ayn Rand, Junger… Metrópolis, Fahrenheit 451, La Fuga de Logan, en fin yo qué sé. Es curioso, a vuela pluma, los autores que han denunciado las pesadillas utópicas suelen ser anglosajones, por algo será. No sé, quizá lo haga, supongo que para guardarlo en algún disco duro, si me da el punto hasta puede que se lo encargue a fermat, o a pirx, aunque con este último puede pasar cualquier cosa.


Fahrenheit 451 de Truffaut no es quizá una gran película, tampoco es una extraordinaria novela de Bradbury, pero pone el dedo en la llaga: qué poco cuesta ser feliz si uno cierra los ojos y hace lo que le dicen, no se mete en líos, no lee y se evade viendo la televisión, o tomando psicofármacos para olvidar. Pero me gusta por varias cosas, todas ellas marginales, la estética, la atmósfera, la música, y sobre todo, SOBRE TODO, Julie Chistie, aún haciendo el papel de la boba de Linda me encandila. Por cierto, ¿qué libro aprender de memoria para que no se olvide? Posiblemente el Libro Rojo de Mao, es breve, fácil, una estupidez y no creo que me importunasen para recitarlo, y ya se sabe, por aquello de no tropezar dos veces…

Nota: he iniciado una pequeña serie de cine, todas las películas tienen un nexo común que se indica en el título (Hermann). ¡Vamos, para el aficionado al cine es muy fácil!







Valencia, sábado diecisiete de Marzo. Cómo explicarlo…algo a medio camino entre los carnavales de Rio y Beirut en plena guerra civil: una vorágine de la que es imposible escapar, y yo viviendo casi en la zona cero… uno ya no va teniendo edad para ciertos excesos.

P.D. Hoy los del No a Guerra en Madrid. La revolución resumida en una pancarta y una cacerola. Y ellos tan satisfechos con sus fantasmas, sus consignas, sus miserias y sus muertos selectivos y seleccionados. Revolución weekend, qué mas pueden pedir.

martes, marzo 13, 2007

Cab (Herrmann 2)

“Sí, claro que me acuerdo. Travis, así se llamaba, el tipo del turno de noche. A penas hablaba con nadie, así que no me pregunte cómo se vio envuelto en todo aquello. Eligió él hacer el turno de noche, creo que por problemas de insomnio. Escuche amigo, yo lo hice durante un tiempo, y no sabe lo que uno puede llegar a ver, sobre todo si se atreve a circular por ciertas calles, Travis lo hacía, no sé por qué, le gustaba circular por los sitios peligrosos, le gustaba mirar, apuntaba cosas en un diario, no sé, ya le he dicho que a penas le conocía, a penas le conocía nadie. Travis era uno más, nadie sabia que anduviera metido el líos… ya sabe lo de las armas, la chica aquella de los periódicos, dicen que es una menor, probablemente la conociera durante el turno de noche”.


Nadie conocía a Travis, quién era. Un imbécil, un sociópata, un despojo incapaz de funcionar en la sociedad, ¿un inadaptado? Estuve en el cuchitril que usaba como apartamento, una miserable habitación, sucia y a penas amueblada. Sus vecinos tampoco le conocían, pero eso es normal, es un destartalo edificio de apartamentos donde nadie se conoce, es lo último que desean, un lugar lleno de sórdidos agujeros donde desaparecer, de los demás, de uno mismo quizá. Sí, estuvo en Vietnam ¿y qué? ¿Eso lo explica todo? No, claro que no. Pasaba las horas encerrado en su apartamento, acudiendo de vez en cuando al cine X de la esquina, viendo la vida pasar, ajena a él, a penas rozándole, como si no existiera.


El en taxi era distinto. Circulaba sin rumbo fijo por los barrios conflictivos, calles llenas de prostitutas, chulos y trapicheos, viendo la porquería y la hez de la sociedad, alimentando su particular paranoia contra todo el mundo, señalando con el dedo a aquella sociedad de la que era incapaz de formar parte. Cada noche bajaba voluntariamente a los infiernos, observaba desde el interior de su taxi unas calles apocalípticas, tratando de justificar así una exclusión que era incapaz de entender, refugiándose en la hediondez, excusando así un sueño hecho añicos, un estúpido sueño, el sueño de un tipo vulgar y adocenado.


Se quiso erigir en vengador, ¿vengador de quién, de qué? Conoció a aquella chica de la oficina electoral, trabajaba para el senador. Le rechazó. Quiso redimirse mediante la locura, acabar con todo aquello que obstinadamente le rechazaba, vengarse de todo, de si mismo, de su miseria de vida, de su propia estupidez. Quiso ser protagonista, llamar la atención, hacérselo pagar a todos, ¿el qué? Cuando uno se empeña en ser héroe, aunque sea héroe de sus propias miserias, acaba consiguiéndolo. Tuvo que ser aquella prostituta, Iris. Incapaz de acometer la gran venganza se conformó con lo más cercano, con el chulo de Iris. Ahora es un héroe, quizá es lo que andaba buscando, ser admitido de nuevo, buscarse un pequeño rincón de mediocridad, una fugaz y efímera notoriedad de la que nadie se acuerda ya. A veces me pregunto por qué nos llama la atención Travis, puede que alguna vez, todos hayamos sido Travis.


Are you talking to me?






Valencia martes trece de Marzo. Repentino día de tímido invierno que quedaba por contabilizar

P.D. El químico ladró. Ladran, luego cabalgamos.

domingo, marzo 11, 2007

Judy (Herrmann 1)

¿Y qué hubiera pasado si Judy no se hubiese quedado? ¿Si tras llenar una escueta maleta se hubiera largado sin dejar rastro? Cualquiera en su lugar lo habría hecho. Cómplice de un asesinato, a punto de ser descubierta, era la opción más sensata.


Llena la maleta, Judy, vete rápido, huye lejos, coge el primer autobús o tren hacia cualquier sitio, no mires atrás. ¿Me pregunto por qué lo hiciste? ¿Por dinero? No, claro que no. Puede que al principio te atrajera el dinero, pero luego ya no pudiste salir, ¿no es así? ¿Te amenazó? Supongo que una vez dentro la posibilidad de que se revelara tu complicidad en el crimen debió ser suficiente, pero en realidad fue él ¿verdad? Te permitiste seguir representando el papel… por él. Porque sabías que en el fondo no le estabas engañando, porque le amabas… tú, o el fantasma a quién pretendiste dar vida ¿verdad Judy? Por eso consentiste en seguir jugando… sí, lo sé, no debí hablar de juego, ¿o sí?


Sabías lo que andaba buscando, un sueño, lo mismo que tú. Pretendiste terminar con esto cuando ella calló al vacío… y ahora, ya ves, no es tan fácil. Te ha visto, hace un rato, te ha seguido hasta tu apartamento y te ha invitado a salir, y sabes que no te ha visto a ti, Judy, ha visto a ella, a Madelein, ese fantasma que os persigue a ambos, que se ríe de vosotros, que os pasa la mano por la cara y que comprime vuestras noches en atroces pesadillas. Vete Judy ¿En qué estás pensando, en quedarte? ¿Qué quieres? Pobre Judy, sabes que jamás te amará, que no busca si no aquello que ha perdido, aquello que jamás poseyó. No, no eres tú Judy, y lo sabes. Sabes también que es ella… ella, Madelein, una sombra, quien siempre se interpondrá entre ambos. Intentará cambiarte, serás la materia con la cuál él forjará el objeto de su deseo, desaparecerás, y cuado acabe, cuando consiga dar forma a Madelein, de nuevo, te destruirá, porque su presencia le resultará intolerable, porque los deseos no admiten su realización, porque Madelein no es más que un anhelo que no debe ser alcanzado jamás, por eso la amaba, por eso se quedó a mitad de la escalera cuando murió.


Rompe esa carta que estás escribiendo, mete tus cosas en la maleta y huye, lejos déjale con su torturante recuerdo, y llévate tú el tuyo. Lleva contigo también a Madelein, aquellos días que pasasteis juntos, llévate su deseo pegado a la piel, y la certidumbre que será ya lo único que os una, en la distancia, un fantasma, una sombra, nadie.


Márchate Judy, márchate lejos.





Valencia, domingo once de Marzo. Definitivamente se acabó el invierno, breve, lejano ya.

P.D. El laureado escritor portugés se apunta al cordón sanitario. Que asepsia la suya, medicina cubana, tan famosa.

miércoles, marzo 07, 2007

"Derecha extrema"

Es reconfortante saber a dónde le colocan a uno. Saberse clasificado, etiquetado, encasillado, convenientemente empaquetado y listo para el consumo. Fast food ideológico, abrefácil intelectual. Así se funciona en política, mucho más entre aquellos cuyo argumentario no pasa de ser una papilla apta para cualquier necio, sin necesidad de masticar.


Yo creía que era un liberal pero resulta que no. Me entero de que pertenezco a una extraña logia o mafia, que pérfidamente maneja los hilos de la oposición y que amenaza con extenderse como mancha de alquitrán (no me dejan decir chapapote) por la democrática y progresista sociedad española. Resulta que soy un apestado, un enemigo de los valores democráticos, un fanático peligroso, un intransigente y poco queda para que me acusen de comerme a los niños. Me dicen que pertenezco a algo cuya mera pronunciación produce espanto: “la derecha extrema”, nada menos. Yo ingenuo me pregunto ¿qué es?


¿A quién se le ocurrió la fantástica idea? ¿Surgió en un brainstorm de mercadotecnia electoral? ¿Fue producto de un exhaustivo análisis del mercado de votantes? ¿Se elaboró gracias a las más refinadas técnicas de construcción de tendencias? Me temo que no. No, no estamos ante nada nuevo, antes al contrario. Estamos ante algo viejo y manido, algo que conocemos desde hace ya mucho tiempo, algo rancio y caduco; pero que puede funcionar en determinados páramos de ignorancia y sectarismo. Tiene diversos nombres, pero durante un tiempo se llamó agitprop.


Derecha extrema, y no extrema derecha, porque todos sabemos lo que significa la extrema derecha. Inventar un neologismo es inventar una categoría nueva, y a veces no hay que preocuparse si quiera por su contenido o realidad, basta con hacer rodar la retórica, que algo queda. Cualquiera mínimamente avisado, sabe que hablar de extrema derecha en España es hablar de algo testimonial o muy minoritario en todo caso: brazos en alto, camisas azules, nostalgias franquistas…ciertamente se ven muy poco, tampoco los grupos neonazis y xenófobos, arrinconados en la marginalidad y los estadios de fútbol. La extrema derecha en España, tiene un impacto insignificante en la vida pública, mal que le pese a alguna una izquierda delirante y paranoica que se siente rodeada de fascistas allá donde levanta los ojos. Otro caso es el de Europa donde en algunos países se ha logrado consolidar como una opción política significativa. Resulta ridículo, por tanto, acusar a un amplísimo segmento de la sociedad española de “extrema derecha”. Pero no todo está perdido para los mantenedores del ideario progre, basta con invertir los términos, puesto que no hay extrema derecha, nos sacamos de la manga la derecha extrema. Y una vez creado el término, las reglas básicas del agitprop dictan que hay que repetirlo hasta la nausea, hasta que acabe calando.


Derecha extrema: es como la extrema derecha pero menos chusca. Igual de peligrosa, puesto que remite a los mismos términos, pero perfectamente identificable en un amplio sector del electorado, dirán ellos. Es un fenómeno nuevo, por tanto no puede dejar de existir, independientemente de que tenga algún contenido o no. Y es un cajón desastre en el cual meter todo aquello que pueda poner en cuestión la papilla progre. Liberales, conservadores, democristianos, socialistas arrepentidos,… lo que sea. En definitiva: el enemigo.


Así pues, ¿qué es la derecha extrema? La derecha extrema no es nada. Es un espantajo, fruto de una reducción simplista e infantil. Es un monstruo imaginario, depositario de todas las maldades que reforzará la cohesión sectaria, y de paso atemorizará a los tibios. Es una idea-fuerza cuya potencia se encuentra precisamente en su indefinición, puro humo, retórica absurda con la que calmar conciencias y mascar palabras que llenen hueras argumentaciones.


Derecha extrema, nada. Y por ello mismo todo.


Valencia siete de Marzo. Aire apocalíptico, nubes que pasan raudas dejando un fugaz recuerdo de efímeras gotas.


P.D. Estúpidos hasta en la maldad. Señalan y con ello reconocen su culpa. Y no se dan cuenta.

martes, marzo 06, 2007

Roberpierre perdió la cabeza

Ayer cambié el aspecto de este blog, una vez más, dudo que a mis escasos lectores les importe lo más mínimo, por cierto, ¿cuántos son? A tenor de los comentarios no creo que sean más de seis o siete, y la mayoría de ellos de forma esporádica, y dicho se de paso, ¿por qué escribo?


Podría decir: “Bueno, escribo para mí, para espantar a mis fantasmas, para matar el aburrimiento…” Sí podría decirlo, pero para eso no necesito un blog, ni publicarlo en ninguna parte, basta con escupir mis filias y fobias en el portátil y guardarlas, o borrarlas, según mi voluntad, y sin embargo, me agarro a este blog de forma desconcertante –para mí, al menos-. A este blog, y a otro, algo canalla, en el que escribo bajo un nombre falso, identidad ficticia que oculta otra identidad ficticia. Han sido dos meses en los que fermat, el bueno de fermat, no daba señales de vida, tiempo más que suficiente para cerrar la paraeta, por absentismo, dos meses en que mi Moriarty particular se ha prodigado de lo lindo en el otro blog, a un tabique de distancia, y sin embargo Sherlock sigue vivo.


Pero no he respondido a la pregunta que me acabo de hacer, aunque sea sólo de forma retórica, ¿por qué mantengo un blog? Un blog, que por cierto, no versa sobre nada en particular, y por tanto tiene el interés que indica justamente el número de comentarios (resultaría lamentable incorporar un contador de visitas, por eso no lo hago). 9 de Thermidor surgió de forma casual, huérfanos del blog de Lucrecio en LD, algunos nos buscamos la vida: Status Civitatis, en un primer lugar, creado por QRM, y 9T, al que di forma yo de manera casi clandestina, fue un blog estrictamente político en un principio, y tras mi incorporación a Status, se convirtió en un blog personal. He de decir unas palabras respecto a Status, lamento la faena que le he hecho a QRM, durante estos dos meses de incomparecencia injustificada ha tenido que bregar él sólo con Status, espero que me disculpe. A principios de año, fermat desapareció. Secuestrado, escondido en un pozo y amordazado. Tuvo que purgar sus culpas, y descender a círculos más allá del Malebolge, te lo mereces fermat, por pedante y cargante. Pero alguien tuvo que bregar con mis espasmos grafomaníacos –no se puede llamar de otra forma lo que escribo-, aunque fuera de forma delirante en ocasiones. Le oigo teclear, tan solo nos separa un tabique, fue una especie de golem que creé para soportar las noches de invierno, ahora ha cobrado vida propia, y se ha vuelto incontrolable, pero no pienso hacerle más publicidad, aunque ha cosechado el mismo magro éxito de crítica y público que fermat, no podía ser de otro modo.


Y sigo sin responder, ¿por qué mantengo un blog? (o dos). Un blog absurdo, con a penas lectores, y con un muy limitado interés, agradezco sinceramente, a penas les conozco, a quienes se toman la molestia de leer algo (QRM, Marce, Nüx, el cerrajero, jesús sanz rioja, y algún despistado, creo que no tengo constancia de nadie más), suelo ser un desastre en lo que a devolver visitas se refiere, lo siento. ¿Qué es pues? ¿La necesidad de dar testimonio personal de la deprimente situación política? No, bastaría para ello Status, a demás, las entradas de 9T han acabado siendo de lo más variopintas. ¿La vanidad, acaso? Puede, aunque se trataría de una vanidad trufada de mediocridad, bufonadas pretendidamente serias (cargo principal en la causa que llevó al silencio obligatorio a fermat). ¿El spleen, como a Baudelaire? No sé. ¿Mirarme en un espejo, cuya imagen a duras penas es difícil de soportar? Quizá sea eso. Pero sobre todo es una forma de volver sobre lo mismo, de dar vueltas a las mismas cosas, de no salir de un laberinto que yo mismo me he construido: mezcla de cárcel de Piranesi y edificio a lo Escher. Fantasmas que conozco y que expongo al escarnio público. Es curioso, a pesar de lo que pueda parecer, el anonimato que proporciona un nick hace que uno se vuelva sospechosamente sincero, hay quizá demasiado de mi mismo tras fermat, y sí, también tras el tipo del otro lado del tabique, le oigo teclear, no sé que puede escribir; tan distintos, tan próximos, sombras, simulacros, o no, puede que sea lo contrario, acaso sea yo una sombra, un espectro que vampiriza a un fermat, con f minúscula.


Azul cielo, me gusta ese color, fermat seguirá trampeando entre 9 de Thermidor y Status Civitatis, y el borderline que conspira contra mi supongo que también, pero cada uno en su lado, como mucho nos oiremos recelosos tras un virtual tabique. Anochece, no sé cuado publicaré esto, cuando encuentre una conexión a Internet, o quizá mañana en casa.


Valencia, cinco de Marzo. Parece que el tiempo va a cambiar, días prófugos de primavera que escaparon antes de tiempo. Lástima.


P.D. ¿Verdad que no era tan difícil? El gallego tranquilo, se decidió por fin. Se nota que no se peleó de niño, cuando a uno le pegan, o se defiende, o le siguen pegando.

viernes, marzo 02, 2007

Doblepensar

Doblepensar. Eludir la realidad, construir una alternativa, conforme a las directrices, de acuerdo con un ideario cuya ortodoxia debe de ser inatacable, pensar lo contrario de lo que la lógica dicta, volver a pensar lo contrario, hacer caso omiso del principio de no contradicción y despreciar la lógica, usar el lenguaje como un chicle. Todo ello sin perder la razón, o perdiéndola, qué más da. Creyendo firmemente aquello que se dice, sea lo que sea, porque es lo que toca, porque es lo que debe ser dicho, palabras que deben salir de la garganta no de la cabeza, y aún así, creer en ellas como si se tratase de lo más intimo de nuestro ser. Consignas de usar y tirar, frases que se deben aprender, de memoria, para no fallar, y que deben escupirse sin pensar, arrojándolas a la cara del hereje, porque son ellos los herejes, claro, y hay que hacerlo rápido, para que no de tiempo a pensar, para que una vez dichas no se tenga otra cosa que hacer que sostenerlas, para dejar constancia de la fe, de la afiliación, del amor a la causa. Palabras que hay que repetir sin reparar en el significado, uniformizar el discurso, prietas las filas, el enemigo es poderoso, el número contra la razón, la realidad no importa, mientras la sostengan los herejes, loas apestados, el enemigo.


Parece difícil, y sin embargo, si uno repara, no lo es tanto. Se cuenta con el lenguaje, se cuenta con en apego emocional, se cuenta con el disimulo de una complicidad que borra la culpa compartida, se cuenta con el dolor evitable mediante la ignorancia, se cuenta con el odio, se cuenta con repugnante hedor que proporciona la seguridad del comportamiento sectario. Pero sobre todo se cuenta con el miedo, con el saberse un cobarde, con la imposibilidad de mirarse al espejo, con la propia miseria que es imborrable salvo que se erija a un enemigo.


Doblepensar, ser un instrumento, alguien a quien no le pedirán cuentas... mientras nadie ponga en duda su mudable realidad. Los que defienden la excarcelación de un asesino, justificaban antes el terrorismo de Estado. Los que piden la paz, olvidan la libertad, y la dignidad, y lo saben.


Lo he repetido cientos de veces, y me agarro a ello como si fuera e el último cabo que me salve de perecer del naufragio, como si se tratara de la última trinchera que estoy dispuesto a defender cueste lo que cueste: la claridad, la objetividad, es una cuestión moral, es lo único que nos salva de arrastrarnos por el fango, llamar a las cosas por su nombre apela a lo más íntimo. Decir la verdad, y actuar en consecuencia.


Y decirlo con serenidad: traición. No tiene otro nombre.


Contra ello combatimos, conviene saberlo. Y conviene que lo sepa también ese coro infecto que loa, ya de forma desesperada, al presidente Rodríguez Zapatero.


Vuelta al trabajo. El lunes en Status (si se acuerdan de mí)


Valencia, dos de Marzo. Primavera, sol, tiempo espléndido. Me gusta el cambio climático, no sé que tiene de malo.


P.D. ¿Qué queda? Queda la dignidad herida, queda la libertad mutilada, y queda una deuda. Las deudas se cobran. Tarde o temprano.

miércoles, febrero 28, 2007

Spleen

Baudelaire, Spleen XXXV La ventana.

“El que desde afuera mira por una ventana abierta, nunca ve tantas cosas como el que mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, más tenebroso, más deslumbrador, que una ventana iluminada por una vela. Lo que se puede ver al sol, siempre es menos interesante que lo que pasa detrás de un vidrio. En aquel agujero negro o luminoso vive la vida, sueña la vida, padece la vida.
Más allá de las olas de los tejados, veo una mujer, madura y arrugada ya, pobre, inclinada siempre sobre algo, sin salir nunca. Con su rostro, con su vestido, con su gesto, con casi nada, he reconstruido la historia de aquella mujer, o, mejor, su leyenda, y a veces me la cuento a mí mismo llorando.
Si hubiera sido un pobre viejo, yo hubiese reconstruido la suya con la misma facilidad.
Y me acuesto, orgulloso de haber vivido y padecido en seres distintos de mí.
Acaso me digáis: «¿Estás seguro de que tal leyenda sea la verdadera?» ¿Qué importa lo que pueda ser la realidad colocada fuera de mí si me ayudó a vivir, a sentir que soy y lo que soy?”


Et je me couche, fier d'avoir vécu et souffert dans d'autres que moi-même.


Si supiera francés hubiera dado el texto en su versión original, pero para qué fanfarronear, me manejo con el inglés, poco más. Espero que la traducción sea fiel.

Yo también me cuento historias, historias sublimes o banales, historias que me hacen reír o llorar, y me acuesto feliz de haber vivido en seres distintos de mí. Existencias vicarias, juegos absurdos, que no logran, sin embargo aplacar este asqueroso spleen, esta pegajosa melancolía, adherida a la piel, como una película de suciedad que no logra disolverse por más que me lavo. Slpeen manido, rancio, desvaído, que a penas sirve para pergeñar algo, tampoco soy Baudelaire. Pero basta.


¿Y ahora? ¿Quién eres fermat? Me persigues en las noches de invierno como el fantasma de Banquo, te veo ensangrentado en banquetes que doy yo mismo, y huyo espantado ante tu aparición, huyo de mi mismo. Callas, quizás observas en la sombra, riéndote en la oscuridad de tu pretendido asesino, pálido reflejo de un pálido reflejo, sombra de una sombra, por eso ríes ¿no? Hablaste de Sófocles la última vez, ¿qué fue de Edipo? ¿Tiene miedo como Yocasta? ¿O prefiere seguir vegetando en la sombra, contándose historias, sin ni si quiera abrir la ventana de su buhardilla? What about you, fermie?


What about me?


He vuelto a desempolvar gastados volúmenes de los anaqueles de mi biblioteca, algunos me traen buenos recuerdos, Maigret, el bueno de Maigret. Los he vuelto a leer. El invierno pasó, el mal tiempo, también.


Valencia veintiocho de Febrero. Desvaído invierno que no dejará ningún recuerdo. Esos cielos sólidos, insoportablemente bellos, estallan de luz al principio de una temprana primavera. Azules profundos, luminosos, protectores.


P.D. Extraños químicos que olvidan raudos aquello que trabajosamente aprendieron. Se hacen los tontos, esperando que el resto haga lo mismo. O quizá…no les llegue el agua al cuello.

miércoles, enero 03, 2007

Verdad dolorosa

CORIFEO: Edipo, ¿por qué se ha marchado a la carrera esta mujer, presa de cruel dolor? Estoy aterrorizado, no sea que acaso de este silencio haga saltar por los aires ecos de calamidades.

EDIPO: ¡Que haga saltar lo que quiera! Pero yo continuaré en mi deseo de conocer mi estirpe por humilde que sea […]

Intentemos por un momento olvidar las interpretaciones psicoanalíticas del mito de Edipo y hablemos de aquello que Sófocles, por boca de Edipo nos muestra. Porque el mito de Edipo nos habla a cerca de la verdad, de su búsqueda, del dolor que puede llegar a provocar y del pecado intolerable que supone renunciar a encontrarla.

La peste se cierne sobre Tebas y Edipo, como rey de la cuidad, tiene la misión de averiguar cuál es la causa de los males que se abaten sobre sus súbditos. Interroga, pide consejo, investiga, y la verdad, lentamente se va abriendo paso. Conocemos al mismo tiempo que Edipo los pormenores de la causa de ese castigo divino. Vamos asistiendo, primero temerosos, luego horrorizados, cómo la figura del culpable se va perfilando, lentamente, pero de forma inexorable. Edipo lo sabe, quizá lo presiente desde mucho antes, va reconociendo sus propios rasgos, difusos al comienzo, nítidos al final, en el único responsable de la plaga que asola la ciudad. A pesar de todo ello Edipo quiere conocer la verdad, cueste lo que cueste.

Contrasta la actitud de Edipo con la de Yocasta, su esposa, su madre. De la misma forma que Edipo, también ella va viendo como la horrenda verdad se va desvelando ante sus ojos. ¿Por qué no dejarlo si es tan horrible? ¿Por qué ese afán de llegar al conocimiento de una verdad que puede quemar?

YOCASTA: ¡Por los dioses! Si es que te importa algo, por poco que sea, tu propia vida no indagues eso. Bastante hay ya con que sufra yo.

Sí, bastante hay ya con que sufra yo, por qué aumentar el dolor, dejémoslo como está, no pensemos en ello y no nos atormentemos con la duda. Ante el cariz que van tomando los acontecimientos llega incluso a implorárselo.

YOCASTA: Pese a todo hazme caso, por favor. No te metas en esto.

EDIPO: No puedo hacerte caso, ¡eso no!, en no informarme claramente de eso.

Ambos lo saben. Saben qué fruto darán las investigaciones. A pesar de todo Edipo continúa, y no lo hace por encontrar un resquicio, por mínimo que sea, que acabe salvándolo, no, Edipo continúa porque la verdad debe ser desvelada, porque es inútil huir de la verdad. Como el Destino, la Verdad acaba por alcanzar a sus protagonistas por mucho que éstos se empeñen en huir.

Edipo acaba viendo, sólo, esa verdad que tanto temía y por la que tanto ha peleado. Acaba viendo el pecado del que siempre se ha sabido culpable. Yocasta, incapaz de afrontar la verdad, prefiere morir por su propia mano antes de que le alcance. Edipo ya lo ha visto todo: la magnitud de su pecado, el cadáver de Yocasta. No necesita ver más, con un prendedor se hiere en los ojos. La verdad, horrenda, desnuda y triunfante se yergue sobre todos; la peste abandona de Tebas, la culpa expiada. Edipo encontrará su particular redención en Colono, viejo y ciego, con la única compañía de su hija Antígona.

Y aquí estamos nosotros, pueblo sufriente de Tebas, agobiados por una peste infame. Hartos de Yocastas que jamás harán nada por saber la verdad, a pesar de que acabará con ellas, esperando a un Edipo que nunca llega. No importa, la Verdad, como el Destino, siempre acaba por alcanzar a sus protagonistas.

Valencia, tres de Enero de 2007. Esos breves momentos al mediodía, agradablemente cálidos, valen su precio en oro. Son las ventajas de vivir en el Mediterráneo, como Sófocles.

P.D. ¿Recuerdas Rubalcaba aquel trece de Marzo? Nescit vox missa reverti.