jueves, junio 28, 2007

Llegada a puerto

9 de Thermidor, llegó a puerto. Pero la travesía continúa. Es hora de recoger aquello útil, la foto de Kim, por ejemplo, y trasladarse a nuevas embarcaciones.

Fermat ha sido el patrón de 9T durante estos meses, lo ha gobernado con más o menos pericia por procelosas aguas, pero llegó el momento de pasar el mando de la expedición a su nueva identidad Pirx. No sé lo que deparará el tiempo, posiblemente una larga travesía en solitario, no importa. Hay gente que hace cosas similares, dar la vuelta al mundo en solitario, por ejemplo. ¿Por qué? Porque el mar está ahí, sólo por eso.

Pirx (fermat) comanda dos nuevas embarcaciones:

Sin tema conocido, lugar donde descargar filias y fobias, invenciones varias, y ocurrencias de todo tipo, una embarcación que navega desde finales del 2006:


Números Perfectos


Y un nuevo barco que se ha hecho a la mar hace pocos días. Lugar para la reflexión política, los intentos de un liberal por entender este desquiciado mundo:


Argumentum ad Absurdum


9T ha sido un buen barco. Agradezco a todos los que se han pasado por aquí, y en especial aquel que con su ejemplo me animó a dejar puerto y surcar el mar: QRM.

Nada más, si alguien quiere saber algo más de mí ya sabe dónde encontrarme. Gracias.


Nunca la bandera arriada, nunca la última frontera”

Sir Ernest Shackleton

jueves, abril 05, 2007

Herrumbre

OUT OF THE BLUE

Es la herrumbre, ese óxido mohoso que termina por corroerlo todo, a uno mismo. Acaba por alcanzarte, paralizar tus miembros, atenazarte en un instante, congelarte… Entonces no tienes más que recuerdos, fantasmas a los que recurres, viejas historias que te cuentas, una y otra vez, engañándote a ti mismo para poder tragártelas más fácilmente. Te dices, “No, no ha llegado”, paras un momento para descansar, y ya eres presa de él. Presa de ese óxido de tiempo, de esa muerte silenciosa del alma, a la que conoces, a la que tal vez esperas… Te dices: “es la edad, nos hacemos mayores”, pero no, sabes que no es eso, sabes que es esa maldita herrumbre, tiempo congelado y muerto, cápsulas de apacible cotidianeidad que se suceden con monstruosa normalidad, pérdida de algo que no logras nombrar… Y te sientes huérfano, gastado, corroído por ese óxido que no logra irse por más que des una nueva capa de pintura. Así que conviene correr, escapar, quemarse y extenuarse antes de que te de alcance, hacia delante, sin ni siquiera echar un vistazo a eso que no osas nombrar, en una carrera que acaso sabes perdida. Y se puede decir así, con a penas un susurro, con sólo el rasguear de una guitarra…

My, my, hey, hey

Rock and roll is here to stay

It’s better to burn out

Than to fade away

My, my, hey, hey…



INTO THE BLACK

O también se puede gritar, quemar la voz en un aullido salvaje, desesperado, que sabes que en fondo no espantará nada, tal vez… Pero sólo puedes gritar, huir, quemarte, antes de que te de alcance, porque no te queda otra cosa, porque no eres sino una presa asustada que ha conocido un momento de plenitud, algo que conservar antes de que la herrumbre te lo arrebate.

Hey, hey, my, my

Rock and roll will never die

There´s more to the picture

Than meets the eye

Hey, hey, my, my

Out of the blue and into the black

You pay for this, but they give you that

Once you´re gone, you can´t come back

When you´re out of the blue

And into the black

The king is gone but he´s not forgotten

Is this the story of Johnny Rotten?

It´s better to burn out ´cause rust never sleeps

The king is gone but he´s not forgotten





Valencia, jueves cinco de Abril. Lluvia otra vez, quizá por ello haya interrumpido las vacaciones y vuelto a escribir. No hay perspectivas de mejora, al menos hasta el sábado o el domingo. Ya entiendo por qué se fueron.

P.D. (Dejémoslo hasta el fin de semana, no les aguanto)

lunes, abril 02, 2007

Caridad

Podría contarse quizá como una historia del París negro de entreguerras, aunque sus ramificaciones nos llevarían a Barcelona, Moscú y Méjico. O también como un relato de espionaje clásico, con agentes infiltrados, operaciones encubiertas y demás ingredientes del género. Pero la realidad suele ser más prosaica, y terrible, sobre todo si de lo que hablamos es del terror y de sus epígonos.

Se llamaba Caridad del Río Hernández. Nació en Santiago de Cuba, en el seno de una acomodada familia española. Tras la pérdida de Cuba, los del Río se trasladan a Barcelona donde se instalan gracias a los bienes de la familia conseguidos en ultramar. Caridad, recibe una esmerada educación en caros internados religiosos como hija de buena familia burguesa, Inglaterra, y posteriormente en Barcelona, época en la que Caridad tuvo fuertes arrebatos místicos, llegando a profesar como novicia durante breve tiempo. A los diecinueve años contrae matrimonio con el vástago de una respetable familia barcelonesa, Pablo Mercader. Cinco hijos nacieron del matrimonio entre Pablo y Caridad: Jorge, Ramón, Pablo, Luis y Montserrat. Pronto las cosas empiezan a torcerse, la vida como respetable esposa y madre aburre a Caridad, y busca distracciones en otros lugares. Lo cierto es que la devota vida de los Mercader esconde oscuras pasiones, su marido la llevaba a veces a conocidos burdeles para, digamos, ilustrarla en lo tocante a una sexualidad variada, o quizá con otros motivos más inconfesables, pero no es el sexo lo que realmente le interesa a Caridad, ella desea algo más acorde con sus pasiones religiosas de juventud, y busca en círculos bohemios aquello que no encuentra en la vida conyugal. Como muchos los de su clase, llegó al comunismo por puro placer estético, o misticismo reencontrado, que viene a ser lo mismo. Y aquí sí, en la nueva fe Caridad encontró su razón de ser. En 1925 decide romper con todo, abandona a Pablo Mercader y se traslada a Francia con sus cinco hijos, Toulouse y Burdeos al comienzo, y en 1928, París, superando alguna tentativa de suicidio y un fallido intento de reconciliación con Pablo. Por entonces Caridad es ya una ferviente militante comunista, adora a un nuevo Dios: la clase obrera –a la que jamás perteneció-, y como no podía ser otra forma adquiere el celo del converso.


Su entrega no pasa desapercibida a los agentes del GPU en París, que pronto la captan como agente soviética. Caridad tiene mucho que ofrecer, pero sobre todo tiene a sus hijos, a los que educará en la nueva fe, y ofrecerá como presente al nuevo profeta de la Revolución: Stalin. En París, Caridad recibe órdenes directas de la Komintern y del GPU, trabaja en asuntos relacionados fundamentalmente con Cuba y Méjico. No se separa de sus hijos, en especial de Montserrat y de sus dos vástagos varones más prometedores, Ramón y Luis, una auténtica familia comunista. Caridad en su nueva santidad se siente realizada.

Comienza la guerra civil en España, y Caridad cruza de nuevo la frontera, una nueva patria socialista es posible. Se convierte en uno de los miembros más activos del PSUC, y en uno de los peones más estimados de los hombres del NKVD (antes GPU) en Cataluña. Es el ensayo fallido de lo que posteriormente funcionaría a la perfección el las Repúblicas Populares europeas. Caridad es implacable, aprobó incluso el castigo de uno de sus hijos, Pablo, un castigo que le llevó a la muerte al trasladarlo a primera línea. ¿Qué hizo Caridad al conocer la noticia? ¿Llorar en silencio y decirse que la Revolución exige sacrificios? ¿O ni si quiera eso? Nadie le vio muestras de arrepentimiento, ni de flaqueza. Por esas fechas Caridad colabora estrechamente con Erno Gerö “Pedro”, el hombre de Moscú en Cataluña, gracias a él conoce a Leónid Eitingon, otro personaje influyente de los servicios de espionaje soviéticos en el exterior. Se convirtieron en amantes, al menos eso debemos suponer, el caso es que a partir de entonces Eitingon es el verdadero mentor de Caridad y de su hijo Ramón ante las autoridades soviéticas: “gente de fiar”, según consta en varios informes. El taciturno y obediente Ramón desaparece de España en el año 37, destino desconocido, hoy sabemos que estuvo en la URSS, preparándose para ser un buen agente de los servicios de espionaje. Ramón aprende rápido, su madre le ha enseñado bien, pensemos quizá en la actitud de arrobo de Caridad ante la prometedora carrera de su hijo.


Terminada la guerra Eitingon y Caridad viven entre Méjico y París, comienzan a trabajar en delicadas “misiones especiales”, básicamente la delación, y en algunos casos, liquidación de diplomáticos soviéticos sospechosos de pertenecer a círculos trotskistas, o simplemente sospechosos sin más, estamos en el momento álgido del terror stalinista. El grupo: Eitigon, Caridad y su hijo Ramón, es conocido por Moscú como el “Grupo Madre”. Ramón espera, pronto llegará su turno. Caridad está deslumbrada con Eitingon, o con lo que representa, la acción, los peligros, la “vanguardia en la lucha por el comunismo”: de nuevo la estética, la estética del terror, que encandila a una burguesa de familia bien de Barcelona. Eitingon le promete matrimonio, sin embargo tiene mujer e hijos en Moscú, Caridad acabó sabiéndolo, y no le importó, quizá porque lo que le unía a Eitingon no era amor, si no aquello que merced a él podía conseguir: ser protagonista de la Historia, convertirse en mártir de la Revolución. Tras el fallido atentado contra Trotsky, Beria y Sudoplátov, las máximas autoridades de la Seguridad Soviética, le confían la tarea a Eitingon y Ramón entra en escena. La historia del asesinato de Trotsky es conocida y daría para otro capítulo, quizá lo cuente, pero me gustaría acabar con la historia de Caridad.


Tras la muerte de Trotsky, Caridad recala en Moscú. Como agente ya ha dado todo lo que podía dar de si, ahora ya sólo es un nombre en unos archivos clasificados. Un piso en Moscú, una modesta pensión y un par de medallas, punto final, bienvenida a la patria socialista. Estaba acostumbrada a la buena “doble vida” de agente en el exterior, aquí todo es diferente, Caridad se consume. Consigue un trabajo subsidiario, espiar a diplomáticos búlgaros en Moscú, algunos viajes al exterior, poca cosa, como agente está quemada. Quiere marcharse, a Cuba, Méjico…, donde sea, pero las autoridades le dan largas, dilatan sus peticiones, responden con evasivas y buenos propósitos, de marcharse nada, y mucho menos a Méjico. En una conversación con un exiliado español en Moscú, Caridad comenta: “…Carecen de alma y de conciencia. Aniquilan tu voluntad, te obligan a matar y te hacen morir a continuación… Ahora ya no me necesitan… He hecho de Ramón un asesino, de mi pobre Luis un rehén y de mis otros hijos unas puras ruinas. ¿Y cuál es mi recompensa? ¡Cuatro porquerías!”. Sí, quien habla así es Caridad, la inflexible, la mártir. ¿Qué esperabas? Ahora se aburre en un piso moscovita, quizá le asalten fantasmas, no lo creo, y Caridad flaquea. Por fin consigue salir de Moscú en 1945, hacia Cuba, dejando a su hijo Luis como rehén, para que no hable y no se le ocurra ir a Méjico. Y qué casualidad, en Cuba Caridad reencuentra su fe, vuelve a ser la ferviente comunista que intentará conseguir la liberación de un héroe de la Unión Soviética, su hijo Ramón. ¿Qué fácil es ahora, verdad Caridad? Aquí, en el Caribe, qué fácil es volver a reconstruir los paraísos de siempre, lejos de la realidad, los paraísos que en su día se construyó una aburrida burguesita catalana. Tras la liberación de Ramón Mercader en 1960 es facturado directamente a la URSS, era una reliquia del periodo estalinista que a nadie interesaba. Caridad, que había vuelto a París, regresó a Moscú para reencontrarse con Ramón y Luis. Una vieja enjuta y seria, volvió a ver a sus hijos tras tanto tiempo, no les abrazó, les reconvino por su aspecto descuidado, volvía a ser la de siempre, quizá, tal vez una sombra de reproche o arrepentimiento pasó por su mente, pero también era tarde, muy tarde.


Caridad del Río Mercader, o el terror como opción estética. No es la única.


Valencia, Lunes dos de Abril. Buen tiempo, sol. Se acabaron las lluvias. Espléndidos días de primavera se anuncian en una Valencia, espero, desierta. No entiendo por qué se largan.


P.D. Un afable ¿ministro? De Exteriores llega a Cuba a visitar al coma-andante. Vista guiada por supuesto, no hay tiempo para más, ni voluntad tampoco.

domingo, abril 01, 2007

Puntualizaciones

El día diecinueve de Septiembre de 2006 empecé a escribir en este blog, como ya ha pasado cierto tiempo y no tengo intención de cerrar la paraeta, he decidido elaborar una entrada a modo de presentación. No sé a esta altura de la película qué opinión tendrán los pocos lectores de 9T de mi persona –miedo me da- pero como no me gustan los bailes de disfraces voy a explayarme a gusto sin necesidad de rellenar la ficha del perfil -¿para qué?-.


  1. Varón, treinta y siete años, heterosexual. Natural de Valencia, ciudad en dónde resido. Soltero, y a día de hoy sin compromiso, asunto que no me importa ni poco ni mucho.

  1. Estudié Matemáticas aunque trabajo en temas financieros (dejemos los detalles), algo de lo que no me siento especialmente orgulloso ni me reporta grandes ingresos, pero que al menos me deja en suficiente tiempo libre para dedicarme a lo que más me gusta: leer, ver cine y escuchar música (el bello sexo, cuando tengo ocasión).

  1. Filiación política. Liberal. Como es un término “discutido y discutible” voy a precisar más: liberal en el sentido que le dan autores como K. Popper o F. Hayek (y moderadamente Ayn Rand). Soy de los que han hecho el camino –penoso, hay que decirlo- desde una izquierda más o menos furibunda, a un liberalismo racionalista. Fruto de aquello es cierto jacobinismo que todavía conservo. Soy republicano, no creyente y he votado dos veces en toda mi vida: la primera con diecinueve años a Izquierda Unida; la última, en las pasadas elecciones generales al PP. A día de hoy no me siento orgulloso ni de la una ni de la otra, obviamente por motivos diversos. Naturalmente, tampoco soy nacionalista.

  1. Gustos cinematográficos. Cualquier cosa que tenga sentido y un argumento mínimamente elaborado. Aunque puedo resumir mis pasiones con cuatro nombres: John Ford, John Huston, Stanley Kubrick y Vértigo (película esta última que me tiene perturbado de forma permanente desde que la viera hace ya muchos años). No me gusta Woody Allen ni Almodóvar, siento una fobia incomprensible hacia Julie Andrews, y jamás he sido capaz ver completa “Qué bello es vivir” (lo he intentado cuatro veces, en la última me quedé a veinte minutos del final, no he logrado pasar de ahí pero es un reto personal). Actrices favoritas: Audrey Hepburn, Ingrid Berman, Kim Novak, y (sí, Marce sí), Mónica Belluchi (aunque no recuerdo una sola película de esta última). Actores favoritos: De Niro, Cary Grant y John Wayne (también, Marce, también).

  1. Gustos Musicales. A mi edad a uno ya sólo le gustan los grandes reserva: Neil Young, algo de Joplin, algo de Hendrix, los Rolling (Beattles go home!), Springsteen… el jazz (sí el jazz, qué pasa) John Coltrane, Miles Davis… Schubert y Mozart. En cuanto al rock y al pop de los ochenta y primeros noventa, me lo guardo para mí, son grupos y temas ligados a recuerdos personales, buenos y malos, y no pienso mostrarlos al escarnio público, todo acabó con Nirvana y Pearl Jam, a partir de ahí dejé de seguir la música, me quedo con los recuerdos.

  1. Gustos literarios. En fin, aquí será mejor no decir nada, soy capaz de leer hasta los folletos de publicidad del buzón. Con los libros tengo el mismo problema que Imelda Marcos con los zapatos. Lo cual no quiere decir nada, simplemente eso, me gusta leer, punto. Eso sí, tengo algunas cuentas pendientes: no me gusta Proust y siento una natural prevención a cualquier autor que esté vivo, lo cual tampoco quiere decir nada, son manías personales. ¿Algunos nombres? Tolstoi, por ejemplo (sí, QRM, sí), basta con eso. ¿Del siglo XX? Navokov, Borges…, y me callo ya. Defiendo y defenderé siempre los géneros y subgéneros literarios, de cualquier color y condición. También leo ensayo e historia, todo lo que pueda desentrañar este absurdo siglo XX, que pasará a la posteridad como el siglo de los totalitarismos y los genocidios.

  1. Creo que es suficiente, si he desilusionado a alguien, lo siento. Realmente no sé la imagen que dan mis entradas en este o en otros blogs, y tampoco es que me preocupe especialmente, pero ya iba siendo hora de aclarar las cosas. En cuanto a 9T, pues no sé qué decir, ya he hablado alguna vez de por qué lo mantengo. Personalmente creo que es una mierda de blog, perdón por el exabrupto, pero es duro leerse después de un par de días, de todas formas no pienso borrar ninguna entrada, aunque he tenido tentaciones, es una forma de purgar mi vanidad, te lo mereces fermat.

Acabo ya, si alguien se pregunta que estoy haciendo escribiendo esto un sábado por la noche, pues… creo que es evidente: se me fastidió el plan. Así que terminaré y leeré algo, o veré alguna película, o mejor me iré directamente a la cama. La próxima entrada, el domingo o el lunes, versará sobre Caridad y Ramón Mercader, dos personajes singulares, si le interesa a alguien, puede leerla, y si no, hay otras cosas mejores, evidentemente. Como esto no es una entrada común no acabaré con el parte metereológico ni con la posdata.


Pues eso, se acabó por hoy.

jueves, marzo 29, 2007

Ethan

"My name is Jonh Ford, and I make westrens"

El mejor final de la historia del cine, disfrútalo.


lunes, marzo 26, 2007

Jules o Philip

Jules está casado, tiene una vida familiar bastante apacible, fuma en pipa, le gusta la buena mesa y beber moderadamente, y quizá le sobren algunos quilos. Jules es paciente, tenaz, le gusta husmear, observar, quizá por eso trabaja en la policía criminal desde hace un montón de tiempo. Un caso es para él como un buen guiso preparado por su esposa, espera pacientemente el momento, el punto de cocción justo, ni más ni menos, es en ese momento cuando está listo para la resolución y su aparente pasividad se convierte en implacable determinación. Puede que por ello sus colegas se exasperen con su paciencia, algunos dicen que durante un caso no hace otra cosa que fumar en pipa y beber cerveza (o calvados). Pero él observa, siempre alerta, los detalles, las circunstancias, pero sobre todo observa a las personas, intenta ponerse en su lugar, pensar lo que ellos piensan, intenta entender las motivaciones de sus actos, de hecho, no pocas veces, el criminal ha visto en él a un confesor, alguien que incluso le podría entender y acaso comprender las razones de su crimen. Pero Jules odia el mal, la maldad deliberada, gratuita, en eso se muestra inflexible, y por ello, en cada caso que se le presenta pretende llegar hasta el final, llegar hasta las motivaciones últimas, hasta aquello que lo hace posible, acabando tal vez con la paciencia de todos, excepto la suya. Dicen que sabe sopesar en su justa medida las debilidades humanas, estoy de acuerdo, él también las tiene, aunque las más de las veces suelen terminar en apacibles estados de sopor etílico o gastronómico. Un verdadero sabueso, siempre presto a husmear la presa, aunque para ello tenga que pasar horas sentado en la terraza de un café, bebiendo buena cerveza, o degustando elaborados platos de la cocina del lugar, siempre por trabajo, claro.


Philip trabaja solo, vive solo, juega solo al ajedrez. Tiene sólo un buen traje y una botella de whisky en el cajón de su mesa, y un puñado de recuerdos –más malos que buenos- guardados desordenadamente por todas partes. A pesar de todo, Phil es un hombre de honor, signifique lo que signifique en los ambientes por los que se suele mover: sórdidos tugurios de mala muerte y lujosas mansiones de Los Angeles, lugares ambos donde la abyección se disfraza con oropeles de niña bien o manchadas ropas de borracho. Sí, Phil tiene valores, es cierto que son los suyos, también tiene una larga lista de cuentas pendientes, la mayoría consigo mismo, quizá por ello no le importe demasiado el dinero, a pesar de que le suele hacer falta para pagar el alquiler de su oficina. Phil es alto y de complexión fuerte, fuma demasiado y a veces también bebe. Trabaja en una oficina de Hollywod Boulevard, no tiene secretaria, no tiene contestador, tiene una mesa, un par de sillas, un teléfono, un fichero y una percha, y su nombre está garbado en una puerta de cristal esmerilado. A veces se pasa el día entero sentado en su mesa reproduciendo partidas de ajedrez, a veces se pasa el día vagando por las calles. Por las noches llega a su casa, igual de escueta que su oficina, a veces bebe una copa, a veces lee algo de Proust o Stendal, pero la mayoría de las veces se acuesta cansado en una cama arrugada que no ha tenido tiempo de hacer. A Phil le gustan las mujeres, pero sale con muy pocas, a demás en no pocas veces se ha enamorado de la mujer equivocada, algunas de ellas están en chirona y tuvo que ser él quien se ocupara del asunto, pero Phil es un tipo honesto, no mezcla el amor con el trabajo, por eso quizá esté solo. Phil también tiene amigos, pocos, algunos de ellos le han mentido, algunos de ellos le han traicionado, Phil no suele ser muy rencoroso, pero tiene memoria. Phil siempre llega hasta el final de los casos de los que se ocupa, persigue la verdad, porque sí, porque sabe que es lo que tiene que hacer, a pesar de que suele quedarse solo en la búsqueda, de que a nadie le interesa salvo a él, y de que en ocasiones se ha llevado alguna sorpresa desagradable, puede que por ello no tenga demasiados clientes, pero siempre le acaban buscando.

Y yo, ¿con quién me quedo? ¿Jules Maigret o Philip Marlowe? Difícil elección, al menos para mí. Pero puesto que me tengo que mojar, voy a decidirme y como sé que el viejo comisario parisino no se enfadará demasiado, me quedo con Marlowe, es el que más se parece a mí, no sé si por suerte o por desgracia. A demás, sería capaz de matar incluso, por poder escribir algunos de los diálogos –tallados en granito- con los que Raymond Chandler esculpe sus narraciones:

-¿Has bebido?

-Sólo Chanel Nº5, besos, el brillo apagado de unas piernas bonitas y la invitación burlona de unos ojos azul oscuro. Cosas así de inocentes.

Chandler, The Little Sister.


Valencia, lunes veintiséis de Marzo. Parece que vuelve el mal tiempo. Son los estertores del invierno, agoniza. Pirx parece que se ha vuelto completamente loco, se ha largado a Las Vegas, va a acabar mal. Encima me ha robado, dinero y un par de libros.


P.D. El señor Negro habló (o ladró) ante un auditorio de accionistas complacientes. ¿Quizá las cosas no van del todo bien, o efectos de la avanzada edad? Tarea: releer King Lear. Ilustrativo.

jueves, marzo 22, 2007

Jeanne y Miles


Un París frío y gris, un París en blanco y negro, finales de los cincuenta. Jeanne pasea ausente, ajena a todo lo que le rodea. No se dirige a ningún sitio, sólo pasea. Todo ha salido mal, no entiende lo que ha pasado, vio su coche, alguien iba a su lado, una mujer. Quizá le haya ocurrido algo, quizá le haya abandonado, quizá esté muerto. No lo sabe, no entiende nada, vio su coche. No acudió a la cita. Lo tenían todo planeado, él mataría a su marido, según las instrucciones, se verían en el café, ella lo estaría esperando, pero él no acudió. Y ella vio su coche, y una mujer sentada junto a él. Jeanne pasea, intentado comprender, sin saber qué hacer, sin saber a dónde dirigirse, todo está perdido, él no acudió a la cita. Hace frío, todo está gris. Ella pasea, pasea…


Es de noche, de madrugada. En el estudio de grabación el ambiente es relajado, el edificio está casi vacío. Está Louis, está Jeanne, están algunos músicos –pocos-, y está Miles. Louis está pasando la cinta de la película, sobre la marcha alguien improvisa algo, algunas notas. Jeanne pone algunas copas, lleva una camisa blanca, hay poca luz. Miles todavía no ha tocado nada, mira la cinta, ve a Jeanne, la ve pasear, enfundada en un abrigo negro. Ve a una mujer ausente y triste pasear por las calles de París, imágenes en blanco y negro que se suceden. Louis le contó el argumento, una historia de crímenes, de casualidades fatídicas, de azares estúpidos… algo así. Pero Miles ve a Jeanne pasear, ve su rostro, su paso errático, su corazón destrozado. Miles se lleva la trompeta a los labios. Siete notas. Luego otras nueve. Una frase. Nadie dice nada, nadie se mueve. Miles lo tiene. Miles cierra los ojos, sus carrillos se llenan de aire, mira al suelo, y comienza a desgranar y exprimir esa frase que ha partido la noche en dos. Jeanne pasea, y las notas de la trompeta de Miles la acompañan. Nadie existe ya, salvo Jeanne y Miles.


Fue la primera película de Luois Malle. “Ascenseur pour l´échafaud”, Acensor hacia el cadalso. Un film noir con Jeanne Moreau. Miles Davis se encontraba de gira por Europa y Louis Malle le propuso hacer la banda sonara, Miles aceptó, era la primera que hacía. Se grabó prácticamente de un tirón, en una sola noche, con improvisaciones de Miles sobre las imágenes de la película. Tiene solos de una belleza dolorosa, casi insoportable. La película la vi mucho después de conocer la música, y motivado únicamente por la banda sonora. No me arrepiento. No consigo olvidar esos ojos vacíos de Jeanne mientras vaga por París. Ni la última expresión de su rostro al despedirse de esa pasión que le consume y le mantiene con vida, en el revelado de una foto.







Valencia, jueves veintidós de Marzo. Un invierno corsario nos ataca de forma inmisericorde cuando no debería. Tiene los días contados.

P.D. Todo una comedia. El viaje, el juicio, el fiscal. Actores todos en una reposición que causa ya hastío.