lunes, octubre 23, 2006

Cul de sac

La próxima semana se celebrarán las elecciones autonómicas catalanas, el día uno de Noviembre –demasiado fácil hacer un chiste con la fecha-. Si bien resulta aventurado hacer un pronóstico de los resultados, sí sabemos de antemano de qué signo será el nuevo gobierno: más de lo mismo. Independientemente de cuál sea el partido más votado, la deriva nacionalista resulta inevitable. Inevitable ya que la situación política catalana, a diferencia de lo aseguran los políticos nacionalistas que claman por el hecho diferencial, es un síntoma de la situación española.

Da la sensación, para cualquiera que lo quiera ver, que algo se rompió, algo que por mucho que nos empeñemos es imposible recomponer. La sensación de que se ha llegado al final, a la pared que ciega la calle y que imposibilita seguir, es patente. Por otra parte desandar el camino no nos colocará jamás en el punto de partida, quizá sea en la política donde la irreversibilidad de las acciones humanas se ponga más de manifiesto. ¿A qué, me podrá reprochar alguien, ese pesimismo? No, no es pesimismo, personalmente, no es una situación que me cause tristeza, sí cierta desazón. Constatar un hecho consumado y lamentarse por ello me parece, en mi opinión, algo estúpido o como mínimo inútil, ahora bien, me preocupa el futuro.

¿No me estaré precipitando? Al fin y al cabo, aunque las tensiones políticas se han elevado en los últimos años, nada apunta a que se haya producido un desgarrón definitivo en el tejido político, ¿o quizá sí?
A mi modo de ver, el sistema constitucional del 78 ha saltado por los aires, bien es cierto que se trata de una voladura controlada. La Constitución actual bien puede estar vigente otros veinticinco años o más, otra cosa es que sea algo más que letra muerta. Y de eso se trata, ya se han dado los primeros pasos que de facto, dejan obsoleta dicha Constitución, y sin embargo, jamás se pondrá en cuestión de manera explícita el actual ordenamiento constitucional a menos que un gobierno lo pueda asumir.
Al final la Constitución del 78 se rompió por su punto más débil, los nacionalismos.

De todas formas, esta situación de descomposición, tiene un alcance mayor que la vigencia de una Constitución que puede gustar más o menos.
La desvirtualización definitiva de lo político, la abdicación de las responsabilidades que como ciudadanos tenemos, la adopción por buena parte de la población de idearios infantiles, el triunfo clamoroso y aclamado del pensamiento débil…, no es necesario seguir.
Con mayor intensidad cada día que pasa, vivo la actual situación con un sentimiento de alejamiento, de extrañeza, cada vez entiendo menos a quienes me rodean, la perplejidad por el abandono de la razón me aboca con mayor celeridad a una suerte de exilio interior.

Pero como he dicho al comienzo, no me lamento por nada, los hechos son los hechos, simplemente busco soluciones de futuro. Sólo cabe ya desandar el camino. Algunos seguirán mirando a la pared diciendo que tan sólo es un pequeño obstáculo, quizá convenciéndose a si mismos y a quienes sigan sin ver la realidad, se darán de bruces contra ella. Otros, paralizados, exhaustos quizá, quedarán atrapados en este callejón, recordarán el pasado y un presente que jamás pudo llegar a ser. Yo me pongo en marcha, doy media vuelta. ¿Abandono? ¿Abandonar a quién, a qué? No, no es abandonar, si no de trocar ese exilio interior en fortaleza inexpugnable, usarlo para encontrar una brizna de verdad acaso.

Guardando incluso un cuidadoso y anodino anonimato.

1 comentario:

QRM dijo...

!Que hermosura¡ Esta entrada es pura poesía.

Me siento totalmente identificado con tus palabras. Tus anhelos son los mios; tu perplejidad y desazón, la mía. Tu anonimato un clamor que compartimos muchos.

¿Cómo han podido hacernos ésto?

Quizá no esté todo perdido, y en la pared que cierra el callejón efectivamente aparezca una puerta que no habíamos visto. Sea así o no, habrá que pasar este trance con dignidad, honradez y sabiduría. Lo que no te mata te hace más fuerte. Saldremos de esta, y mejores de lo que entramos.

Ánimo, amigo. Aquí tienes alguien que está contigo. Y seguro que no somos sólo dos. Y aunque así fuera, es la calidad lo que importa.