viernes, octubre 20, 2006

Smooth Operator

Espacios diáfanos, suaves tonos verdes. El lugar resulta ideal para usarlo como escenario en el que narrar la cruda realidad. La presentadora, sin embargo, nos arrulla con su suave voz, va desgranando amablemente, como si nada fuera realmente importante, los titulares del día. Mamen, creo que se llama.
Hacía tiempo que no veía un telediario, pero confieso que la sonrisa despreocupada y esa actitud de frescura de la presentadora me atraparon por unos instantes.

Nosotros, los que hace ya algunos años que sobrepasamos la treintena, hemos crecido con el ruido de fondo del televisor como si formara parte de nuestras vidas, quizá seamos la primera generación de españoles plenamente perteneciente a la especie homo videns. Bebemos imágenes, tanto, que hemos llegado a creer en ellas casi más que en la palabra. Acusamos mucho más el impacto de la imagen televisada que la imagen real, cuántas veces hemos presenciado un hecho real, en bruto y nos ha parecido algo ajeno, sin embargo, la imagen televisada, convenientemente seleccionada, editada, formateada y lista para su consumo, nos conmueve y nos afecta de una forma especial. El poder de la imagen puede parecer grosero, proporciona la contundencia necesaria para afirmar cualquier argumento, es rápido y apunta directamente a lo emocional, dificultando el análisis racional. Hagamos la prueba, encendamos el televisor durante un telediario, volvámonos de espaldas y sigamos la narración, falta algo, profundidad acaso.
Esa preeminencia de lo visual se extiende a todo lo demás; el decorado de un estudio de informativos: amplitud, pulcritud; el presentador: desenvoltura, complicidad con el espectador; el ritmo narrativo: siempre acompañando a la imagen etc.
Sucede a veces que una noticia no llega a ser lo suficientemente importante como para arroparla con imágenes, entonces pasa como algo desvaído, presta a olvidarse en cuanto una nueva imagen ocupe la retina del espectador.
¿Caja tonta? No, no es tan tonta, al contrario, nosotros somos los tontos, consumidores de noticias y no de hechos.

Mamen seguía hablando, empleando ese tono suave que me hechizó, segura de sus gestos, mirando fijamente a la cámara –mirándome a mí-, yo de pie, con el mando a distancia en la mano, inmóvil.
Entonces llegó a la noticia del ácido bórico.

"…y ahora, la nueva jueza conservadora del caso, ha decidido llamar como testigos a los peritos, previamente imputados por Garzón, e imputar a su jefe, el Sr. Ramírez…"

Jueza conservadora; el caso lo lleva ahora una jueza conservadora, por tanto adepta a un partido conservador y carca como el PP, y como no puede actuar de otra forma que siguiendo sus irreprimibles impulsos conservadores y peperos, todas sus acciones están encaminadas a favorecer al PP. Ya ven señores espectadores, habrá que seguir soportando a la derecha intoxicándonos con ácido bórico.

Texto y subtexto.

Qué veneno ponzoñoso encerraba tu voz, con qué suavidad se clavó el aguijón en aquellos que te escuchaban.

Pulsé el botón de apagado, fundido en negro.

Poco duró mi relación contigo Mamen, tan solo unos minutos. He decidido salir huyendo antes de que me arrastres con tu voz a un pozo de perdición.
El televisor sigue frío -a penas llegó a calentarse-, en el rincón de una habitación de mi piso por la que a penas transito, y eso que la casa es realmente pequeña. Creo que compraré un toro de plástico y una flamenca para acompañar al mueble.

Qué fácil es, qué poco cuesta. Estado de opinión, suma y sigue.

1 comentario:

QRM dijo...

Ejemplo clarísimo, paradigmático, de la corrupción espiritual a que nos somete la izquierda. Tiraniza las conciencias de los incautos, pero lo que es más grave es que la derecha, los liberales, nosotros, no tenemos una táctica de contraataque demagógico para contrarrestar la mentira fachirroja. Y mira que sería fácil: a efectos de propaganda nuestros productos - libertad, verdad, responsabilidad...- tendrían mucho mejor venta que los suyos.

Amigo, quiero aprovechar para felicitarte por tus últimos comentarios. Estás sembrao, y me es difícil añadir nada, porque me adhiero en cuerpo y alma a la forma y el fondo de lo que dices.

Saludos cordiales.