jueves, marzo 29, 2007

Ethan

"My name is Jonh Ford, and I make westrens"

El mejor final de la historia del cine, disfrútalo.


lunes, marzo 26, 2007

Jules o Philip

Jules está casado, tiene una vida familiar bastante apacible, fuma en pipa, le gusta la buena mesa y beber moderadamente, y quizá le sobren algunos quilos. Jules es paciente, tenaz, le gusta husmear, observar, quizá por eso trabaja en la policía criminal desde hace un montón de tiempo. Un caso es para él como un buen guiso preparado por su esposa, espera pacientemente el momento, el punto de cocción justo, ni más ni menos, es en ese momento cuando está listo para la resolución y su aparente pasividad se convierte en implacable determinación. Puede que por ello sus colegas se exasperen con su paciencia, algunos dicen que durante un caso no hace otra cosa que fumar en pipa y beber cerveza (o calvados). Pero él observa, siempre alerta, los detalles, las circunstancias, pero sobre todo observa a las personas, intenta ponerse en su lugar, pensar lo que ellos piensan, intenta entender las motivaciones de sus actos, de hecho, no pocas veces, el criminal ha visto en él a un confesor, alguien que incluso le podría entender y acaso comprender las razones de su crimen. Pero Jules odia el mal, la maldad deliberada, gratuita, en eso se muestra inflexible, y por ello, en cada caso que se le presenta pretende llegar hasta el final, llegar hasta las motivaciones últimas, hasta aquello que lo hace posible, acabando tal vez con la paciencia de todos, excepto la suya. Dicen que sabe sopesar en su justa medida las debilidades humanas, estoy de acuerdo, él también las tiene, aunque las más de las veces suelen terminar en apacibles estados de sopor etílico o gastronómico. Un verdadero sabueso, siempre presto a husmear la presa, aunque para ello tenga que pasar horas sentado en la terraza de un café, bebiendo buena cerveza, o degustando elaborados platos de la cocina del lugar, siempre por trabajo, claro.


Philip trabaja solo, vive solo, juega solo al ajedrez. Tiene sólo un buen traje y una botella de whisky en el cajón de su mesa, y un puñado de recuerdos –más malos que buenos- guardados desordenadamente por todas partes. A pesar de todo, Phil es un hombre de honor, signifique lo que signifique en los ambientes por los que se suele mover: sórdidos tugurios de mala muerte y lujosas mansiones de Los Angeles, lugares ambos donde la abyección se disfraza con oropeles de niña bien o manchadas ropas de borracho. Sí, Phil tiene valores, es cierto que son los suyos, también tiene una larga lista de cuentas pendientes, la mayoría consigo mismo, quizá por ello no le importe demasiado el dinero, a pesar de que le suele hacer falta para pagar el alquiler de su oficina. Phil es alto y de complexión fuerte, fuma demasiado y a veces también bebe. Trabaja en una oficina de Hollywod Boulevard, no tiene secretaria, no tiene contestador, tiene una mesa, un par de sillas, un teléfono, un fichero y una percha, y su nombre está garbado en una puerta de cristal esmerilado. A veces se pasa el día entero sentado en su mesa reproduciendo partidas de ajedrez, a veces se pasa el día vagando por las calles. Por las noches llega a su casa, igual de escueta que su oficina, a veces bebe una copa, a veces lee algo de Proust o Stendal, pero la mayoría de las veces se acuesta cansado en una cama arrugada que no ha tenido tiempo de hacer. A Phil le gustan las mujeres, pero sale con muy pocas, a demás en no pocas veces se ha enamorado de la mujer equivocada, algunas de ellas están en chirona y tuvo que ser él quien se ocupara del asunto, pero Phil es un tipo honesto, no mezcla el amor con el trabajo, por eso quizá esté solo. Phil también tiene amigos, pocos, algunos de ellos le han mentido, algunos de ellos le han traicionado, Phil no suele ser muy rencoroso, pero tiene memoria. Phil siempre llega hasta el final de los casos de los que se ocupa, persigue la verdad, porque sí, porque sabe que es lo que tiene que hacer, a pesar de que suele quedarse solo en la búsqueda, de que a nadie le interesa salvo a él, y de que en ocasiones se ha llevado alguna sorpresa desagradable, puede que por ello no tenga demasiados clientes, pero siempre le acaban buscando.

Y yo, ¿con quién me quedo? ¿Jules Maigret o Philip Marlowe? Difícil elección, al menos para mí. Pero puesto que me tengo que mojar, voy a decidirme y como sé que el viejo comisario parisino no se enfadará demasiado, me quedo con Marlowe, es el que más se parece a mí, no sé si por suerte o por desgracia. A demás, sería capaz de matar incluso, por poder escribir algunos de los diálogos –tallados en granito- con los que Raymond Chandler esculpe sus narraciones:

-¿Has bebido?

-Sólo Chanel Nº5, besos, el brillo apagado de unas piernas bonitas y la invitación burlona de unos ojos azul oscuro. Cosas así de inocentes.

Chandler, The Little Sister.


Valencia, lunes veintiséis de Marzo. Parece que vuelve el mal tiempo. Son los estertores del invierno, agoniza. Pirx parece que se ha vuelto completamente loco, se ha largado a Las Vegas, va a acabar mal. Encima me ha robado, dinero y un par de libros.


P.D. El señor Negro habló (o ladró) ante un auditorio de accionistas complacientes. ¿Quizá las cosas no van del todo bien, o efectos de la avanzada edad? Tarea: releer King Lear. Ilustrativo.

jueves, marzo 22, 2007

Jeanne y Miles


Un París frío y gris, un París en blanco y negro, finales de los cincuenta. Jeanne pasea ausente, ajena a todo lo que le rodea. No se dirige a ningún sitio, sólo pasea. Todo ha salido mal, no entiende lo que ha pasado, vio su coche, alguien iba a su lado, una mujer. Quizá le haya ocurrido algo, quizá le haya abandonado, quizá esté muerto. No lo sabe, no entiende nada, vio su coche. No acudió a la cita. Lo tenían todo planeado, él mataría a su marido, según las instrucciones, se verían en el café, ella lo estaría esperando, pero él no acudió. Y ella vio su coche, y una mujer sentada junto a él. Jeanne pasea, intentado comprender, sin saber qué hacer, sin saber a dónde dirigirse, todo está perdido, él no acudió a la cita. Hace frío, todo está gris. Ella pasea, pasea…


Es de noche, de madrugada. En el estudio de grabación el ambiente es relajado, el edificio está casi vacío. Está Louis, está Jeanne, están algunos músicos –pocos-, y está Miles. Louis está pasando la cinta de la película, sobre la marcha alguien improvisa algo, algunas notas. Jeanne pone algunas copas, lleva una camisa blanca, hay poca luz. Miles todavía no ha tocado nada, mira la cinta, ve a Jeanne, la ve pasear, enfundada en un abrigo negro. Ve a una mujer ausente y triste pasear por las calles de París, imágenes en blanco y negro que se suceden. Louis le contó el argumento, una historia de crímenes, de casualidades fatídicas, de azares estúpidos… algo así. Pero Miles ve a Jeanne pasear, ve su rostro, su paso errático, su corazón destrozado. Miles se lleva la trompeta a los labios. Siete notas. Luego otras nueve. Una frase. Nadie dice nada, nadie se mueve. Miles lo tiene. Miles cierra los ojos, sus carrillos se llenan de aire, mira al suelo, y comienza a desgranar y exprimir esa frase que ha partido la noche en dos. Jeanne pasea, y las notas de la trompeta de Miles la acompañan. Nadie existe ya, salvo Jeanne y Miles.


Fue la primera película de Luois Malle. “Ascenseur pour l´échafaud”, Acensor hacia el cadalso. Un film noir con Jeanne Moreau. Miles Davis se encontraba de gira por Europa y Louis Malle le propuso hacer la banda sonara, Miles aceptó, era la primera que hacía. Se grabó prácticamente de un tirón, en una sola noche, con improvisaciones de Miles sobre las imágenes de la película. Tiene solos de una belleza dolorosa, casi insoportable. La película la vi mucho después de conocer la música, y motivado únicamente por la banda sonora. No me arrepiento. No consigo olvidar esos ojos vacíos de Jeanne mientras vaga por París. Ni la última expresión de su rostro al despedirse de esa pasión que le consume y le mantiene con vida, en el revelado de una foto.







Valencia, jueves veintidós de Marzo. Un invierno corsario nos ataca de forma inmisericorde cuando no debería. Tiene los días contados.

P.D. Todo una comedia. El viaje, el juicio, el fiscal. Actores todos en una reposición que causa ya hastío.

martes, marzo 20, 2007

El error de Kane (y Herrmann 4)


“Y ahí estaba Kane, ufano, en la cúspide, tocando el cielo que él mismo se forjó. Yo también conocí a Kane, no importa quién soy, tampoco puedo responder a su pregunta, nadie puede, habría que ser el propio Kane para ello. Yo estuve allí, aquel día en el teatro. Tendría que haberlo visto, Kane, todos queríamos verle, no importaba lo que dijera, aplaudíamos cualquier cosa. Lo recuerdo como si fuera ayer, él en el escenario, seguro de sí mismo, sabiéndose vencedor, arrastrándonos a todos en una locura de irracional optimismo que no era si no el reflejo de su propio deseo, porque Kane era eso, la ambición, el ansia, no me pregunte de qué, quizá eso responda a su pregunta, quizá buscaba eso… ¿cómo ha dicho?... Ah, sí, Rosebud.

“Recuerdo que había un enorme retrato de Kane con su nombre tras él en el escenario, a ninguno de los presentes nos pareció excesivo, al contrario, era la viva imagen de la arrogancia de Kane, y era eso precisamente lo que queríamos. Queríamos a Kane, necesitábamos a Kane. Allí estábamos todos: los que veíamos en él todo aquello que jamás podríamos alcanzar, los que veíamos en él la medida de nuestras frustraciones… y allí estaba él, haciéndolo todo posible, rescatándonos a todos de nuestras anodinas existencias, haciéndonos sentir protagonistas, ¿de qué? Ahora sé que era de su deseo, un deseo nunca satisfecho, éramos los actores necesarios de la tragedia de su vida, una tragedia que él se empeñó en escribir, dirigir, protagonizar… así era Kane, y por ello sucumbió. Nadie podía creer lo que se descubrió al día siguiente, y sin embargo, acabó siendo un final tan previsible como propio de Kane. Pudo haberlo evitado, quizá, pero para ello tendría que haber sido otra persona. Así que decidió seguir adelante, sabiendo que se estrellaría, como un niño que se aferra a un juguete que sabe que no es suyo, sí, eso es, como un niño. Sabe, creo que Kane fue toda su vida eso, un niño, alguien que todavía no ha aprendido a renunciar. Los negocios, la política, las personas también, todo eran juguetes en las manos de Kane, juguetes que no le acababan de satisfacer, que rompía cuando no le gustaban. No creo que ninguno llegara a colmarle del todo, al menos ninguno con los que jugó de mayor. ¿Rosebud? No sé, qué puede ser, lamento no ayudarle. Por cierto, ¿cómo sabe que Kane dijo eso al morir?... ¡Hey! no me ha contestado, ¿a dónde va?”


El poder tiene sus peajes, y el error de Kane fue quizá no querer pagarlos todos. No se puede detentar el poder – el verdadero poder- y al mismo tiempo ser el objeto de los focos. No se puede ser el actor protagonista y moverse uno mismo los hilos. Si se está en primera fila, te dicen lo que tienes que hacer; y si dices lo que hay que hacer, conviene no ser visto, de otra forma uno se acaba llevando los palos que bien pueden corresponderle a otro. Pero claro, Kane era un niño, alguien que no se desembarazó de su primer juguete, que buscó en todo aquello que emprendió la plenitud de una infancia que, a pesar de todo, siempre acaba por desvanecerse, y que a lo sumo queda encerrada en una bola de cristal, algo a lo que nos podemos aferrar en un último instante. Otros, más prosaicos, y no menos manipuladores, saben ocupar un segundo plano que saben necesario, si lo que se quiere es el poder.

Visionando de nuevo la escena del mitin, me ha llamado la atención las dos veces en que aparece Joseph Cotten. En la primera, su cara seria, quizá atisbe el peligro y la medida de la ambición de alguien como Kane. En la segunda, la expresión de preocupación se ha borrado y aparece poseído por el entusiasmo irreflexivo que invade a los presentes, un instante de lucidez que se pierde. Lo importante no es tenerlo, si no retenerlo.







Valencia, martes veinte de Marzo. Como de un pozo emerjo tras varios días de atolondramiento, y con una resaca más o menos real, más o menos ficticia. El viento lo ha borrado todo, dejando la cuidad, y a mi mismo como antes, o casi.

P.D. ¿Qué les queda? Fantasmas de guerras pasadas y presentes. Y sin ellos ¿qué serian? Nada, y lo saben.

sábado, marzo 17, 2007

It was a pleasure to burn (Herrmann 3)


“¿Por qué Clarise y no Linda? Al fin y al cabo son tan parecidas -físicamente, claro-. Quizá porque a Clarisse la veo todos los días en monorraíl al volver a casa, hacemos el mismo trayecto; quizá porque me mira sin decir nada, a mí, un bombero; quizá porque sus ojos revelan algo más, que no veo en las caras plácidas de la gente con la que comparto el vagón. Me recuerda tanto a Linda, y sin embargo, es tan distinta… Linda es mi mujer, por supuesto no estoy tentado a abandonarla, cómo podría, me convertiría en alguien antisocial y despreciable, a demás, quiero a Linda, y ella también me quiere a mí, por eso estamos casados. Vemos todos los días la televisión-mural juntos, tomamos píldoras cuando nos aburrimos, y tenemos amigos que nos visitan, y creo que me van a ascender… somos felices, sí. Pero no puedo dejar de mirar a Clarise todos los días, sí así se llama, hoy me lo ha dicho. Me abordó en el camino a casa, me ha preguntado cosas, cosas extrañas, puede que peligrosas, eso creo. A pesar de todo he sentido curiosidad, me dijo que por qué quemaba libros, como si no fuera algo evidente. Clarise vive en mi misma comunidad, en una vieja casa que todavía no han derribado y sustituido por una nueva e innífuga. Linda duerme, creo que tomó píldoras rojas, o verdes, no sé, puede que tome demasiadas. Me gusta cuando le brillan los ojos y me besa -aunque últimamente pasa demasiado tiempo viendo la televisión-mural-, pero para ello debe tomarse unas píldoras, no sé cuales. Las autoridades dicen que son inofensivas, que no debemos dejar de de tomarlas si nos aburrimos, supongo que tienen razón. Si me ascienden quizá compre una nueva televisión-mural más grande, a ella le gustará…”


Lo he dicho muchas veces, leer no es vivir, pero quizá sea lo que más se aproxima a la vida. Resulta tentador, optar por esa “objeción de conciencia”, estoy indeciso: una cabaña en la laponia finlandesa, o algún islote perdido en la Micronesia. Respecto a lo que me llevaría encima, mejor no optar por los famosos “tres libros que uno se llevaría a una isla desierta” prefiero una conexión a Internet y pedirlos directamente hasta que la tarjeta de crédito de todo lo que pueda dar de si (ni que decir tiene que compartiría gustosamente mi choza con alguna lapona o alguna micronesia, incluso si no habla español o inglés, es más, casi sería más divertido de esa forma, tampoco soy tan antisocial). Un mundo feliz y sin libros, terrible, pero posible.


Todas las utopías acaban mal, acaban siendo distopías, pesadillas que ocultan tras la paz social y una felicidad impostada, la libertad cercenada. Paz por libertad, felicidad por espontaneidad, guarderías infantiles para personas que no necesitan preocuparse por nada, qué familiar suena todo eso. Me ronda por la cabeza un trabajo pendiente desde hace tiempo: un repaso detallado a todas las utopías y distopías que se han propuesto en la filosofía, la literatura o el cine, desde Platón hasta el día de hoy: Platón, Moro, Campanella, Bacon, los socialistas utópicos, Marx, Mao, Pol Pot, y también Huxley, Orwell, Ayn Rand, Junger… Metrópolis, Fahrenheit 451, La Fuga de Logan, en fin yo qué sé. Es curioso, a vuela pluma, los autores que han denunciado las pesadillas utópicas suelen ser anglosajones, por algo será. No sé, quizá lo haga, supongo que para guardarlo en algún disco duro, si me da el punto hasta puede que se lo encargue a fermat, o a pirx, aunque con este último puede pasar cualquier cosa.


Fahrenheit 451 de Truffaut no es quizá una gran película, tampoco es una extraordinaria novela de Bradbury, pero pone el dedo en la llaga: qué poco cuesta ser feliz si uno cierra los ojos y hace lo que le dicen, no se mete en líos, no lee y se evade viendo la televisión, o tomando psicofármacos para olvidar. Pero me gusta por varias cosas, todas ellas marginales, la estética, la atmósfera, la música, y sobre todo, SOBRE TODO, Julie Chistie, aún haciendo el papel de la boba de Linda me encandila. Por cierto, ¿qué libro aprender de memoria para que no se olvide? Posiblemente el Libro Rojo de Mao, es breve, fácil, una estupidez y no creo que me importunasen para recitarlo, y ya se sabe, por aquello de no tropezar dos veces…

Nota: he iniciado una pequeña serie de cine, todas las películas tienen un nexo común que se indica en el título (Hermann). ¡Vamos, para el aficionado al cine es muy fácil!







Valencia, sábado diecisiete de Marzo. Cómo explicarlo…algo a medio camino entre los carnavales de Rio y Beirut en plena guerra civil: una vorágine de la que es imposible escapar, y yo viviendo casi en la zona cero… uno ya no va teniendo edad para ciertos excesos.

P.D. Hoy los del No a Guerra en Madrid. La revolución resumida en una pancarta y una cacerola. Y ellos tan satisfechos con sus fantasmas, sus consignas, sus miserias y sus muertos selectivos y seleccionados. Revolución weekend, qué mas pueden pedir.

martes, marzo 13, 2007

Cab (Herrmann 2)

“Sí, claro que me acuerdo. Travis, así se llamaba, el tipo del turno de noche. A penas hablaba con nadie, así que no me pregunte cómo se vio envuelto en todo aquello. Eligió él hacer el turno de noche, creo que por problemas de insomnio. Escuche amigo, yo lo hice durante un tiempo, y no sabe lo que uno puede llegar a ver, sobre todo si se atreve a circular por ciertas calles, Travis lo hacía, no sé por qué, le gustaba circular por los sitios peligrosos, le gustaba mirar, apuntaba cosas en un diario, no sé, ya le he dicho que a penas le conocía, a penas le conocía nadie. Travis era uno más, nadie sabia que anduviera metido el líos… ya sabe lo de las armas, la chica aquella de los periódicos, dicen que es una menor, probablemente la conociera durante el turno de noche”.


Nadie conocía a Travis, quién era. Un imbécil, un sociópata, un despojo incapaz de funcionar en la sociedad, ¿un inadaptado? Estuve en el cuchitril que usaba como apartamento, una miserable habitación, sucia y a penas amueblada. Sus vecinos tampoco le conocían, pero eso es normal, es un destartalo edificio de apartamentos donde nadie se conoce, es lo último que desean, un lugar lleno de sórdidos agujeros donde desaparecer, de los demás, de uno mismo quizá. Sí, estuvo en Vietnam ¿y qué? ¿Eso lo explica todo? No, claro que no. Pasaba las horas encerrado en su apartamento, acudiendo de vez en cuando al cine X de la esquina, viendo la vida pasar, ajena a él, a penas rozándole, como si no existiera.


El en taxi era distinto. Circulaba sin rumbo fijo por los barrios conflictivos, calles llenas de prostitutas, chulos y trapicheos, viendo la porquería y la hez de la sociedad, alimentando su particular paranoia contra todo el mundo, señalando con el dedo a aquella sociedad de la que era incapaz de formar parte. Cada noche bajaba voluntariamente a los infiernos, observaba desde el interior de su taxi unas calles apocalípticas, tratando de justificar así una exclusión que era incapaz de entender, refugiándose en la hediondez, excusando así un sueño hecho añicos, un estúpido sueño, el sueño de un tipo vulgar y adocenado.


Se quiso erigir en vengador, ¿vengador de quién, de qué? Conoció a aquella chica de la oficina electoral, trabajaba para el senador. Le rechazó. Quiso redimirse mediante la locura, acabar con todo aquello que obstinadamente le rechazaba, vengarse de todo, de si mismo, de su miseria de vida, de su propia estupidez. Quiso ser protagonista, llamar la atención, hacérselo pagar a todos, ¿el qué? Cuando uno se empeña en ser héroe, aunque sea héroe de sus propias miserias, acaba consiguiéndolo. Tuvo que ser aquella prostituta, Iris. Incapaz de acometer la gran venganza se conformó con lo más cercano, con el chulo de Iris. Ahora es un héroe, quizá es lo que andaba buscando, ser admitido de nuevo, buscarse un pequeño rincón de mediocridad, una fugaz y efímera notoriedad de la que nadie se acuerda ya. A veces me pregunto por qué nos llama la atención Travis, puede que alguna vez, todos hayamos sido Travis.


Are you talking to me?






Valencia martes trece de Marzo. Repentino día de tímido invierno que quedaba por contabilizar

P.D. El químico ladró. Ladran, luego cabalgamos.

domingo, marzo 11, 2007

Judy (Herrmann 1)

¿Y qué hubiera pasado si Judy no se hubiese quedado? ¿Si tras llenar una escueta maleta se hubiera largado sin dejar rastro? Cualquiera en su lugar lo habría hecho. Cómplice de un asesinato, a punto de ser descubierta, era la opción más sensata.


Llena la maleta, Judy, vete rápido, huye lejos, coge el primer autobús o tren hacia cualquier sitio, no mires atrás. ¿Me pregunto por qué lo hiciste? ¿Por dinero? No, claro que no. Puede que al principio te atrajera el dinero, pero luego ya no pudiste salir, ¿no es así? ¿Te amenazó? Supongo que una vez dentro la posibilidad de que se revelara tu complicidad en el crimen debió ser suficiente, pero en realidad fue él ¿verdad? Te permitiste seguir representando el papel… por él. Porque sabías que en el fondo no le estabas engañando, porque le amabas… tú, o el fantasma a quién pretendiste dar vida ¿verdad Judy? Por eso consentiste en seguir jugando… sí, lo sé, no debí hablar de juego, ¿o sí?


Sabías lo que andaba buscando, un sueño, lo mismo que tú. Pretendiste terminar con esto cuando ella calló al vacío… y ahora, ya ves, no es tan fácil. Te ha visto, hace un rato, te ha seguido hasta tu apartamento y te ha invitado a salir, y sabes que no te ha visto a ti, Judy, ha visto a ella, a Madelein, ese fantasma que os persigue a ambos, que se ríe de vosotros, que os pasa la mano por la cara y que comprime vuestras noches en atroces pesadillas. Vete Judy ¿En qué estás pensando, en quedarte? ¿Qué quieres? Pobre Judy, sabes que jamás te amará, que no busca si no aquello que ha perdido, aquello que jamás poseyó. No, no eres tú Judy, y lo sabes. Sabes también que es ella… ella, Madelein, una sombra, quien siempre se interpondrá entre ambos. Intentará cambiarte, serás la materia con la cuál él forjará el objeto de su deseo, desaparecerás, y cuado acabe, cuando consiga dar forma a Madelein, de nuevo, te destruirá, porque su presencia le resultará intolerable, porque los deseos no admiten su realización, porque Madelein no es más que un anhelo que no debe ser alcanzado jamás, por eso la amaba, por eso se quedó a mitad de la escalera cuando murió.


Rompe esa carta que estás escribiendo, mete tus cosas en la maleta y huye, lejos déjale con su torturante recuerdo, y llévate tú el tuyo. Lleva contigo también a Madelein, aquellos días que pasasteis juntos, llévate su deseo pegado a la piel, y la certidumbre que será ya lo único que os una, en la distancia, un fantasma, una sombra, nadie.


Márchate Judy, márchate lejos.





Valencia, domingo once de Marzo. Definitivamente se acabó el invierno, breve, lejano ya.

P.D. El laureado escritor portugés se apunta al cordón sanitario. Que asepsia la suya, medicina cubana, tan famosa.

miércoles, marzo 07, 2007

"Derecha extrema"

Es reconfortante saber a dónde le colocan a uno. Saberse clasificado, etiquetado, encasillado, convenientemente empaquetado y listo para el consumo. Fast food ideológico, abrefácil intelectual. Así se funciona en política, mucho más entre aquellos cuyo argumentario no pasa de ser una papilla apta para cualquier necio, sin necesidad de masticar.


Yo creía que era un liberal pero resulta que no. Me entero de que pertenezco a una extraña logia o mafia, que pérfidamente maneja los hilos de la oposición y que amenaza con extenderse como mancha de alquitrán (no me dejan decir chapapote) por la democrática y progresista sociedad española. Resulta que soy un apestado, un enemigo de los valores democráticos, un fanático peligroso, un intransigente y poco queda para que me acusen de comerme a los niños. Me dicen que pertenezco a algo cuya mera pronunciación produce espanto: “la derecha extrema”, nada menos. Yo ingenuo me pregunto ¿qué es?


¿A quién se le ocurrió la fantástica idea? ¿Surgió en un brainstorm de mercadotecnia electoral? ¿Fue producto de un exhaustivo análisis del mercado de votantes? ¿Se elaboró gracias a las más refinadas técnicas de construcción de tendencias? Me temo que no. No, no estamos ante nada nuevo, antes al contrario. Estamos ante algo viejo y manido, algo que conocemos desde hace ya mucho tiempo, algo rancio y caduco; pero que puede funcionar en determinados páramos de ignorancia y sectarismo. Tiene diversos nombres, pero durante un tiempo se llamó agitprop.


Derecha extrema, y no extrema derecha, porque todos sabemos lo que significa la extrema derecha. Inventar un neologismo es inventar una categoría nueva, y a veces no hay que preocuparse si quiera por su contenido o realidad, basta con hacer rodar la retórica, que algo queda. Cualquiera mínimamente avisado, sabe que hablar de extrema derecha en España es hablar de algo testimonial o muy minoritario en todo caso: brazos en alto, camisas azules, nostalgias franquistas…ciertamente se ven muy poco, tampoco los grupos neonazis y xenófobos, arrinconados en la marginalidad y los estadios de fútbol. La extrema derecha en España, tiene un impacto insignificante en la vida pública, mal que le pese a alguna una izquierda delirante y paranoica que se siente rodeada de fascistas allá donde levanta los ojos. Otro caso es el de Europa donde en algunos países se ha logrado consolidar como una opción política significativa. Resulta ridículo, por tanto, acusar a un amplísimo segmento de la sociedad española de “extrema derecha”. Pero no todo está perdido para los mantenedores del ideario progre, basta con invertir los términos, puesto que no hay extrema derecha, nos sacamos de la manga la derecha extrema. Y una vez creado el término, las reglas básicas del agitprop dictan que hay que repetirlo hasta la nausea, hasta que acabe calando.


Derecha extrema: es como la extrema derecha pero menos chusca. Igual de peligrosa, puesto que remite a los mismos términos, pero perfectamente identificable en un amplio sector del electorado, dirán ellos. Es un fenómeno nuevo, por tanto no puede dejar de existir, independientemente de que tenga algún contenido o no. Y es un cajón desastre en el cual meter todo aquello que pueda poner en cuestión la papilla progre. Liberales, conservadores, democristianos, socialistas arrepentidos,… lo que sea. En definitiva: el enemigo.


Así pues, ¿qué es la derecha extrema? La derecha extrema no es nada. Es un espantajo, fruto de una reducción simplista e infantil. Es un monstruo imaginario, depositario de todas las maldades que reforzará la cohesión sectaria, y de paso atemorizará a los tibios. Es una idea-fuerza cuya potencia se encuentra precisamente en su indefinición, puro humo, retórica absurda con la que calmar conciencias y mascar palabras que llenen hueras argumentaciones.


Derecha extrema, nada. Y por ello mismo todo.


Valencia siete de Marzo. Aire apocalíptico, nubes que pasan raudas dejando un fugaz recuerdo de efímeras gotas.


P.D. Estúpidos hasta en la maldad. Señalan y con ello reconocen su culpa. Y no se dan cuenta.

martes, marzo 06, 2007

Roberpierre perdió la cabeza

Ayer cambié el aspecto de este blog, una vez más, dudo que a mis escasos lectores les importe lo más mínimo, por cierto, ¿cuántos son? A tenor de los comentarios no creo que sean más de seis o siete, y la mayoría de ellos de forma esporádica, y dicho se de paso, ¿por qué escribo?


Podría decir: “Bueno, escribo para mí, para espantar a mis fantasmas, para matar el aburrimiento…” Sí podría decirlo, pero para eso no necesito un blog, ni publicarlo en ninguna parte, basta con escupir mis filias y fobias en el portátil y guardarlas, o borrarlas, según mi voluntad, y sin embargo, me agarro a este blog de forma desconcertante –para mí, al menos-. A este blog, y a otro, algo canalla, en el que escribo bajo un nombre falso, identidad ficticia que oculta otra identidad ficticia. Han sido dos meses en los que fermat, el bueno de fermat, no daba señales de vida, tiempo más que suficiente para cerrar la paraeta, por absentismo, dos meses en que mi Moriarty particular se ha prodigado de lo lindo en el otro blog, a un tabique de distancia, y sin embargo Sherlock sigue vivo.


Pero no he respondido a la pregunta que me acabo de hacer, aunque sea sólo de forma retórica, ¿por qué mantengo un blog? Un blog, que por cierto, no versa sobre nada en particular, y por tanto tiene el interés que indica justamente el número de comentarios (resultaría lamentable incorporar un contador de visitas, por eso no lo hago). 9 de Thermidor surgió de forma casual, huérfanos del blog de Lucrecio en LD, algunos nos buscamos la vida: Status Civitatis, en un primer lugar, creado por QRM, y 9T, al que di forma yo de manera casi clandestina, fue un blog estrictamente político en un principio, y tras mi incorporación a Status, se convirtió en un blog personal. He de decir unas palabras respecto a Status, lamento la faena que le he hecho a QRM, durante estos dos meses de incomparecencia injustificada ha tenido que bregar él sólo con Status, espero que me disculpe. A principios de año, fermat desapareció. Secuestrado, escondido en un pozo y amordazado. Tuvo que purgar sus culpas, y descender a círculos más allá del Malebolge, te lo mereces fermat, por pedante y cargante. Pero alguien tuvo que bregar con mis espasmos grafomaníacos –no se puede llamar de otra forma lo que escribo-, aunque fuera de forma delirante en ocasiones. Le oigo teclear, tan solo nos separa un tabique, fue una especie de golem que creé para soportar las noches de invierno, ahora ha cobrado vida propia, y se ha vuelto incontrolable, pero no pienso hacerle más publicidad, aunque ha cosechado el mismo magro éxito de crítica y público que fermat, no podía ser de otro modo.


Y sigo sin responder, ¿por qué mantengo un blog? (o dos). Un blog absurdo, con a penas lectores, y con un muy limitado interés, agradezco sinceramente, a penas les conozco, a quienes se toman la molestia de leer algo (QRM, Marce, Nüx, el cerrajero, jesús sanz rioja, y algún despistado, creo que no tengo constancia de nadie más), suelo ser un desastre en lo que a devolver visitas se refiere, lo siento. ¿Qué es pues? ¿La necesidad de dar testimonio personal de la deprimente situación política? No, bastaría para ello Status, a demás, las entradas de 9T han acabado siendo de lo más variopintas. ¿La vanidad, acaso? Puede, aunque se trataría de una vanidad trufada de mediocridad, bufonadas pretendidamente serias (cargo principal en la causa que llevó al silencio obligatorio a fermat). ¿El spleen, como a Baudelaire? No sé. ¿Mirarme en un espejo, cuya imagen a duras penas es difícil de soportar? Quizá sea eso. Pero sobre todo es una forma de volver sobre lo mismo, de dar vueltas a las mismas cosas, de no salir de un laberinto que yo mismo me he construido: mezcla de cárcel de Piranesi y edificio a lo Escher. Fantasmas que conozco y que expongo al escarnio público. Es curioso, a pesar de lo que pueda parecer, el anonimato que proporciona un nick hace que uno se vuelva sospechosamente sincero, hay quizá demasiado de mi mismo tras fermat, y sí, también tras el tipo del otro lado del tabique, le oigo teclear, no sé que puede escribir; tan distintos, tan próximos, sombras, simulacros, o no, puede que sea lo contrario, acaso sea yo una sombra, un espectro que vampiriza a un fermat, con f minúscula.


Azul cielo, me gusta ese color, fermat seguirá trampeando entre 9 de Thermidor y Status Civitatis, y el borderline que conspira contra mi supongo que también, pero cada uno en su lado, como mucho nos oiremos recelosos tras un virtual tabique. Anochece, no sé cuado publicaré esto, cuando encuentre una conexión a Internet, o quizá mañana en casa.


Valencia, cinco de Marzo. Parece que el tiempo va a cambiar, días prófugos de primavera que escaparon antes de tiempo. Lástima.


P.D. ¿Verdad que no era tan difícil? El gallego tranquilo, se decidió por fin. Se nota que no se peleó de niño, cuando a uno le pegan, o se defiende, o le siguen pegando.

viernes, marzo 02, 2007

Doblepensar

Doblepensar. Eludir la realidad, construir una alternativa, conforme a las directrices, de acuerdo con un ideario cuya ortodoxia debe de ser inatacable, pensar lo contrario de lo que la lógica dicta, volver a pensar lo contrario, hacer caso omiso del principio de no contradicción y despreciar la lógica, usar el lenguaje como un chicle. Todo ello sin perder la razón, o perdiéndola, qué más da. Creyendo firmemente aquello que se dice, sea lo que sea, porque es lo que toca, porque es lo que debe ser dicho, palabras que deben salir de la garganta no de la cabeza, y aún así, creer en ellas como si se tratase de lo más intimo de nuestro ser. Consignas de usar y tirar, frases que se deben aprender, de memoria, para no fallar, y que deben escupirse sin pensar, arrojándolas a la cara del hereje, porque son ellos los herejes, claro, y hay que hacerlo rápido, para que no de tiempo a pensar, para que una vez dichas no se tenga otra cosa que hacer que sostenerlas, para dejar constancia de la fe, de la afiliación, del amor a la causa. Palabras que hay que repetir sin reparar en el significado, uniformizar el discurso, prietas las filas, el enemigo es poderoso, el número contra la razón, la realidad no importa, mientras la sostengan los herejes, loas apestados, el enemigo.


Parece difícil, y sin embargo, si uno repara, no lo es tanto. Se cuenta con el lenguaje, se cuenta con en apego emocional, se cuenta con el disimulo de una complicidad que borra la culpa compartida, se cuenta con el dolor evitable mediante la ignorancia, se cuenta con el odio, se cuenta con repugnante hedor que proporciona la seguridad del comportamiento sectario. Pero sobre todo se cuenta con el miedo, con el saberse un cobarde, con la imposibilidad de mirarse al espejo, con la propia miseria que es imborrable salvo que se erija a un enemigo.


Doblepensar, ser un instrumento, alguien a quien no le pedirán cuentas... mientras nadie ponga en duda su mudable realidad. Los que defienden la excarcelación de un asesino, justificaban antes el terrorismo de Estado. Los que piden la paz, olvidan la libertad, y la dignidad, y lo saben.


Lo he repetido cientos de veces, y me agarro a ello como si fuera e el último cabo que me salve de perecer del naufragio, como si se tratara de la última trinchera que estoy dispuesto a defender cueste lo que cueste: la claridad, la objetividad, es una cuestión moral, es lo único que nos salva de arrastrarnos por el fango, llamar a las cosas por su nombre apela a lo más íntimo. Decir la verdad, y actuar en consecuencia.


Y decirlo con serenidad: traición. No tiene otro nombre.


Contra ello combatimos, conviene saberlo. Y conviene que lo sepa también ese coro infecto que loa, ya de forma desesperada, al presidente Rodríguez Zapatero.


Vuelta al trabajo. El lunes en Status (si se acuerdan de mí)


Valencia, dos de Marzo. Primavera, sol, tiempo espléndido. Me gusta el cambio climático, no sé que tiene de malo.


P.D. ¿Qué queda? Queda la dignidad herida, queda la libertad mutilada, y queda una deuda. Las deudas se cobran. Tarde o temprano.