sábado, marzo 17, 2007

It was a pleasure to burn (Herrmann 3)


“¿Por qué Clarise y no Linda? Al fin y al cabo son tan parecidas -físicamente, claro-. Quizá porque a Clarisse la veo todos los días en monorraíl al volver a casa, hacemos el mismo trayecto; quizá porque me mira sin decir nada, a mí, un bombero; quizá porque sus ojos revelan algo más, que no veo en las caras plácidas de la gente con la que comparto el vagón. Me recuerda tanto a Linda, y sin embargo, es tan distinta… Linda es mi mujer, por supuesto no estoy tentado a abandonarla, cómo podría, me convertiría en alguien antisocial y despreciable, a demás, quiero a Linda, y ella también me quiere a mí, por eso estamos casados. Vemos todos los días la televisión-mural juntos, tomamos píldoras cuando nos aburrimos, y tenemos amigos que nos visitan, y creo que me van a ascender… somos felices, sí. Pero no puedo dejar de mirar a Clarise todos los días, sí así se llama, hoy me lo ha dicho. Me abordó en el camino a casa, me ha preguntado cosas, cosas extrañas, puede que peligrosas, eso creo. A pesar de todo he sentido curiosidad, me dijo que por qué quemaba libros, como si no fuera algo evidente. Clarise vive en mi misma comunidad, en una vieja casa que todavía no han derribado y sustituido por una nueva e innífuga. Linda duerme, creo que tomó píldoras rojas, o verdes, no sé, puede que tome demasiadas. Me gusta cuando le brillan los ojos y me besa -aunque últimamente pasa demasiado tiempo viendo la televisión-mural-, pero para ello debe tomarse unas píldoras, no sé cuales. Las autoridades dicen que son inofensivas, que no debemos dejar de de tomarlas si nos aburrimos, supongo que tienen razón. Si me ascienden quizá compre una nueva televisión-mural más grande, a ella le gustará…”


Lo he dicho muchas veces, leer no es vivir, pero quizá sea lo que más se aproxima a la vida. Resulta tentador, optar por esa “objeción de conciencia”, estoy indeciso: una cabaña en la laponia finlandesa, o algún islote perdido en la Micronesia. Respecto a lo que me llevaría encima, mejor no optar por los famosos “tres libros que uno se llevaría a una isla desierta” prefiero una conexión a Internet y pedirlos directamente hasta que la tarjeta de crédito de todo lo que pueda dar de si (ni que decir tiene que compartiría gustosamente mi choza con alguna lapona o alguna micronesia, incluso si no habla español o inglés, es más, casi sería más divertido de esa forma, tampoco soy tan antisocial). Un mundo feliz y sin libros, terrible, pero posible.


Todas las utopías acaban mal, acaban siendo distopías, pesadillas que ocultan tras la paz social y una felicidad impostada, la libertad cercenada. Paz por libertad, felicidad por espontaneidad, guarderías infantiles para personas que no necesitan preocuparse por nada, qué familiar suena todo eso. Me ronda por la cabeza un trabajo pendiente desde hace tiempo: un repaso detallado a todas las utopías y distopías que se han propuesto en la filosofía, la literatura o el cine, desde Platón hasta el día de hoy: Platón, Moro, Campanella, Bacon, los socialistas utópicos, Marx, Mao, Pol Pot, y también Huxley, Orwell, Ayn Rand, Junger… Metrópolis, Fahrenheit 451, La Fuga de Logan, en fin yo qué sé. Es curioso, a vuela pluma, los autores que han denunciado las pesadillas utópicas suelen ser anglosajones, por algo será. No sé, quizá lo haga, supongo que para guardarlo en algún disco duro, si me da el punto hasta puede que se lo encargue a fermat, o a pirx, aunque con este último puede pasar cualquier cosa.


Fahrenheit 451 de Truffaut no es quizá una gran película, tampoco es una extraordinaria novela de Bradbury, pero pone el dedo en la llaga: qué poco cuesta ser feliz si uno cierra los ojos y hace lo que le dicen, no se mete en líos, no lee y se evade viendo la televisión, o tomando psicofármacos para olvidar. Pero me gusta por varias cosas, todas ellas marginales, la estética, la atmósfera, la música, y sobre todo, SOBRE TODO, Julie Chistie, aún haciendo el papel de la boba de Linda me encandila. Por cierto, ¿qué libro aprender de memoria para que no se olvide? Posiblemente el Libro Rojo de Mao, es breve, fácil, una estupidez y no creo que me importunasen para recitarlo, y ya se sabe, por aquello de no tropezar dos veces…

Nota: he iniciado una pequeña serie de cine, todas las películas tienen un nexo común que se indica en el título (Hermann). ¡Vamos, para el aficionado al cine es muy fácil!







Valencia, sábado diecisiete de Marzo. Cómo explicarlo…algo a medio camino entre los carnavales de Rio y Beirut en plena guerra civil: una vorágine de la que es imposible escapar, y yo viviendo casi en la zona cero… uno ya no va teniendo edad para ciertos excesos.

P.D. Hoy los del No a Guerra en Madrid. La revolución resumida en una pancarta y una cacerola. Y ellos tan satisfechos con sus fantasmas, sus consignas, sus miserias y sus muertos selectivos y seleccionados. Revolución weekend, qué mas pueden pedir.

1 comentario:

El Cerrajero dijo...

Las Fallas son lo más grande que ha parido el ser humano ¡Viva las Fallas!

Y los giliprogres con sus cacerolas y ollas.

ollas, ollas, ollas, la izmierda es gili*ollas xD