viernes, marzo 02, 2007

Doblepensar

Doblepensar. Eludir la realidad, construir una alternativa, conforme a las directrices, de acuerdo con un ideario cuya ortodoxia debe de ser inatacable, pensar lo contrario de lo que la lógica dicta, volver a pensar lo contrario, hacer caso omiso del principio de no contradicción y despreciar la lógica, usar el lenguaje como un chicle. Todo ello sin perder la razón, o perdiéndola, qué más da. Creyendo firmemente aquello que se dice, sea lo que sea, porque es lo que toca, porque es lo que debe ser dicho, palabras que deben salir de la garganta no de la cabeza, y aún así, creer en ellas como si se tratase de lo más intimo de nuestro ser. Consignas de usar y tirar, frases que se deben aprender, de memoria, para no fallar, y que deben escupirse sin pensar, arrojándolas a la cara del hereje, porque son ellos los herejes, claro, y hay que hacerlo rápido, para que no de tiempo a pensar, para que una vez dichas no se tenga otra cosa que hacer que sostenerlas, para dejar constancia de la fe, de la afiliación, del amor a la causa. Palabras que hay que repetir sin reparar en el significado, uniformizar el discurso, prietas las filas, el enemigo es poderoso, el número contra la razón, la realidad no importa, mientras la sostengan los herejes, loas apestados, el enemigo.


Parece difícil, y sin embargo, si uno repara, no lo es tanto. Se cuenta con el lenguaje, se cuenta con en apego emocional, se cuenta con el disimulo de una complicidad que borra la culpa compartida, se cuenta con el dolor evitable mediante la ignorancia, se cuenta con el odio, se cuenta con repugnante hedor que proporciona la seguridad del comportamiento sectario. Pero sobre todo se cuenta con el miedo, con el saberse un cobarde, con la imposibilidad de mirarse al espejo, con la propia miseria que es imborrable salvo que se erija a un enemigo.


Doblepensar, ser un instrumento, alguien a quien no le pedirán cuentas... mientras nadie ponga en duda su mudable realidad. Los que defienden la excarcelación de un asesino, justificaban antes el terrorismo de Estado. Los que piden la paz, olvidan la libertad, y la dignidad, y lo saben.


Lo he repetido cientos de veces, y me agarro a ello como si fuera e el último cabo que me salve de perecer del naufragio, como si se tratara de la última trinchera que estoy dispuesto a defender cueste lo que cueste: la claridad, la objetividad, es una cuestión moral, es lo único que nos salva de arrastrarnos por el fango, llamar a las cosas por su nombre apela a lo más íntimo. Decir la verdad, y actuar en consecuencia.


Y decirlo con serenidad: traición. No tiene otro nombre.


Contra ello combatimos, conviene saberlo. Y conviene que lo sepa también ese coro infecto que loa, ya de forma desesperada, al presidente Rodríguez Zapatero.


Vuelta al trabajo. El lunes en Status (si se acuerdan de mí)


Valencia, dos de Marzo. Primavera, sol, tiempo espléndido. Me gusta el cambio climático, no sé que tiene de malo.


P.D. ¿Qué queda? Queda la dignidad herida, queda la libertad mutilada, y queda una deuda. Las deudas se cobran. Tarde o temprano.

1 comentario:

El Cerrajero dijo...

Antes de lo del asesino de la diETA era Traición, ahora es un grado más, es Supertraición.