jueves, noviembre 23, 2006

Madelein


Si algún día viajo a la costa oeste de Estados Unidos, jamás iré a San Francisco, ¿cómo podría? Acabaría vagando por sus empinadas calles, buscando tu rostro, creyendo ver tu presencia en cada esquina, en una vieja misión española, bajo el Golden Gate. Te apoderarías de mí, como lo hiciste de James Stewart, creería encontrar en ti la respuesta al McGuffin de mi vida; y sin embargo, sé que eres tan sólo un fantasma, eres fruto de mi deseo, el instrumento con el que otros, acaso, logren sus inconfesados intereses. Lo sé, a pesar de todo, sigo tus pasos, incapaz de hacer otra cosa, creyéndome a salvo de tu mirada, observándote, persiguiéndote; persiguiéndome a mi mismo.
Hoy te he visto, te he seguido con el coche cuando salías de casa. Viajabas sin rumbo, dando rodeos por las mismas calles. Compraste un ramo de flores, te vi, oculto tras una puerta, visitaste el viejo motel de siempre. Presa de tus recuerdos, caminabas ausente. El museo, el mismo cuadro que siempre observas absorta, sentada, intentado imitar la misma postura que la modelo. A penas pude dejar de mirarte, protegido por las sombras, fui incapaz de acercarme, ¿por qué? Te seguía y tú lo sabías.

Repito en mi memoria el mismo recorrido, la misma obstinada pauta que dio sentido a aquellos días. Te perdí. Te arrojaste al vacío en aquella vieja misión española, fui incapaz de impedirlo. No, no es cierto, pero me reconforta pensar que pudo ser así. Pude impedirlo, no quise. Preferí quedarme con un sueño, con un espectro, jamás quise otra cosa.

Me has dicho que te llamas Judy, sois tan parecidas. Parece un estúpido juego del destino, por qué a ti, Judy, por qué a mí. Parecías asustada, nerviosa, quizá se debiera a mi estupor, a penas me lo podía creer. ¿Si fuiste un sueño, te perdí realmente? ¿Si fuiste fruto de mi deseo, acaso no podría recuperarte? Te veo en cada gesto de Judy, en su mirada tímida, tan distinta a la tuya. Pobre Judy, quién eres.

No viajaré a San Francisco, ¿cómo podría?

Valencia jueves veintitrés de Noviembre. El viento se desbocó definitivamente, barriéndolo todo, dejando al descubierto un cielo de un azul lacerante, californiano. Se nos volaron las ideas, nos volvimos locos.

P.D. El barón manchego maniobra, intenta distanciarse ¿se postula quizá para algo? ¿Espera la caída de alguien? Mientras, su peón sigue al frente de los curiosos espías ¿por qué? Puede que la respuesta la sepa Le Carre. O puede que todo sea una comedia bufa.

No hay comentarios: