lunes, noviembre 20, 2006

Ségolène

Ségolène Royal. Tienes nombre de postre especial: triple bola de helado con chocolate fundido. Perdona la broma, fruto de mi ignorancia en la onomástica francesa, soy más bien anglófono. Leo en los periódicos que has sido elegida por el PSF como candidata a la presidencia de la República, te postulas quizá como una nueva Mariane. Tarea complicada, mucho ha tenido que luchar el pequeño “Sarko” para abrirse paso a través de los elefantes de su partido para abandonar ahora.

Veo tu rostro en las fotografías, me recuerdas al célebre cuadro de Delacroix, La libertad guiando al pueblo, o mejor: Ségolène guiando a la izquierda europea. Porque sí, sin quererlo -o quizá queriéndolo-, te has convertido en tan sólo unos días en el símbolo de una ahíta e inane izquierda europea.

Lamento no desearte suerte, espero que pierdas, Ségolène, y no es que me guste vuestro actual ministro del Interior –encontrar un liberal en Francia resulta una tarea propia de Perceval-, simplemente aborrezco esa papilla intelectual de la que se nutre el progresismo, papilla que en su momento, yo también probé. Cierto es que en tu caso es una papilla pasada por el tamiz de la Nouvelle Cuisine –con la que, dicho sea de paso, habéis engañado a medio mundo. No lo tomes como algo personal, me gusta tu estilo desenvuelto, la seguridad con la que te manejas, fruto de tus habilidades y no de la mercadotecnia electoral, supongo. Así que permite que te de un consejo, puedes despreciarlo si así lo deseas. Ségoléne, no hagas caso de lo que diga la prensa española, no pierdas un solo segundo en considerar lo que digan de ti, ni los periodistas ni los políticos españoles, especialmente desde la izquierda. Corres el peligro de sucumbir.

Te adularán, te glorificarán, te consideraran el exponente más pujante de la izquierda, Zapatero a parte; el nuevo rostro, junto a nuestro zurupeto presidente, del naciente progresismo del milenio. No les hagas caso, Ségolène, cometerías un craso error. Haz lo que hizo Kerry, ¿te acuerdas?, declara que no tienes nada que ver con semejante coro de niquilotes. Porque para ellos, Ségolène, para ellos sí que te has convertido en el postre especial, eres la excusa con la cual apuntalar sus vacíos argumentos, la nueva tabla de salvación. Velarán por ti, excomulgarán ferozmente a quien ose criticarte, so pena de acusarle de vulgar machista, creerán en tu victoria incluso si ésta resulta imposible, y de producirse una derrota, tendrán un agravio más que añadir a su lista de agravios universales, ¡pérfida derecha!

Reitero mi deseo, espero que pierdas. En cualquier caso, puedes acoger mi consejo, que te ofrezco sin doblez.

Atentamente:

f.

Valencia veinte de Noviembre. Buen tiempo, día soleado. Frío mañanero que se torna en pegajoso calor al mediodía, recordando de forma agónica días, perdidos en el olvido, de calor estival.

P.D. Aquellos, que una madre pronosticó que se autoproclamarían “heroes”, se pavonean ufanos ante las víctimas, exhibiendo su podredumbre. Ella, por contra, llora en silencio a su asesinado hijo.

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